Luis Raúl Cuevas Olvera
5° semestre
Con la colección de películas, desde la primera hasta la octava, disponibles a la venta, concluyen por fin las aventuras de Harry Potter, que comenzaron cuando J.K. Rowling escribió la primer novela. Los libros no fueron grandes obras literarias, cuya narrativa fue siempre ágil, pero sin nada relevante que aportar.
Literariamente es incomparable a los grandes clásicos de la literatura internacional, sin embargo, es mucho más que eso. Un clásico es definido por un servidor, como “una historia excepcional, que fue del agrado de los choznos de nuestros abuelos” pero tomando en cuenta la necesidad cada vez mayor de que la gente joven lea, dichos libros pueden no ser los ideales.
Rowling logró con Harry Potter, lo que hasta ahora muy pocos (asumiendo que los hay) habían logrado: crear una nueva generación de lectores jóvenes, que se adentraron en las historias de fantasía y que posteriormente tuvieron interés por leer otro tipo de cosas. Su creatividad logró crear a un héroe con el que cualquier persona de 11 a 18 años se puede sentir identificado, pues no es un adulto que vive una rutina, hasta que un suceso, que generalmente tiene que ver con ciencia, o historias mitológicas muy conocidas, cambia su vida. Esta ocasión encontramos a un niño, con deseos propios de su edad, haciéndose famoso gracias a lo más etéreo que hay en los corazones de la gente: la magia.
Tuve el placer de conocer a varios amigos, que me comentaron estar leyendo los libros, a escasos meses de que se estrenara la primera película. Después del lanzamiento de la tercera película, noté a muchas personas ansiosas de continuar la historia sin esperar al siguiente boleto del cine, que tomaron y devoraron los libros uno por uno, pero el fenómeno fue mucho más trascendente que eso, pues descubrieron que leer no era tan aburrido como los medios lo planteaban; en consecuencia, sin que se dieran cuenta, comenzó a mejorar su redacción, ortografía, comprensión y sintaxis.
¿Pero qué es ahora el mundo sin Harry Potter? Es un reto para nosotros, para los que tenemos la oportunidad de expresar nuestra creatividad en palabras, pero que además estamos dotados con capacidad de razón, y juventud, junto con los problemas y deseos que ésta implica. Un reto para quienes nos atrevimos a soñar lo imposible, manteniendo viva la llama que provoca la magia en nuestros corazones. Un reto a cumplir con la responsabilidad social que nos impone la realidad, para hacer conciencia de que necesitamos cambios en muchas cosas; un reto a combinar lo que dije antes para hacer historias maravillosas, y quizá algún día, gente joven nos recordará y agradecerá por ello.
viernes, 3 de febrero de 2012
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