Mildred Rivera
Según el diccionario de la RAE, la ignorancia es la “falta de ciencia, de cultura y noticias, general o particular”. Esto se puede dar de muchas formas. Desde no saber si “cereza” se escribe con “s” o con “z”, hasta no tener idea de qué fue lo último que dictaminó el presidente sobre la economía del país.
La gente tiende a basarse en casos como éstos para juzgar quién es ignorante y quién no. Pero yo pienso que cada persona tiene su propia perspectiva de la ignorancia, dependiendo de qué tan ignorante es ella misma.
Nada explicaría mejor lo que estoy tratando de decir que una famosa frase del señor Albert Einstein: “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.”
Tal vez yo sé que “cereza” se escribe con “z” y no con “s”, y me burlo de Cleto por no saberlo. Y tal vez Cleto sabe que Felipe Calderón piensa aumentar los precios del petróleo, y él se burla de mí por no saberlo. Aquí hay dos puntos que me gustaría remarcar: el primero es que ambos ignoramos distintas cosas y el segundo es que ambos nos burlamos de ello.
A lo que quiero llegar es que las personas siempre estamos atentas para ver a quién podemos criticar por su ignorancia, sin ponernos a pensar que tal vez esa otra persona sepa algo que nosotros no. Un pequeño error, y quedas marcado como ignorante para toda tu vida.
Este es un ejemplo muy simple. En realidad hay muchísimas situaciones en las que la ignorancia de las personas sale a relucir y es severamente criticada por las demás (véase caso “La librería de Peña Nieto”). Pero uno nunca sabe lo que esa persona es capaz de hacer o decir en cualquier otra situación, porque no nos damos la oportunidad de conocerla mejor y nos cerramos ante la idea de que, si no sabe lo que yo sé, entonces es un ignorante y además un completo tonto. Y jamás le volvemos a dirigir la palabra. El prejuicio ante todo.
¿Por qué nos cuesta tanto aprender de los demás? Un mundo maravilloso sería aquél en el que esa persona ignorante y la ignorante de mí, compartiésemos aquello que no ignoramos, y así dejaríamos de ser tan ignorantes. En muchísimos sentidos.
Pero bueno, de momento, mi recomendación es que si nos vamos a seguir cargando de razón, seamos ignorantes a nuestra manera, y dejemos a los demás ser ignorantes a la suya.
viernes, 16 de marzo de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios :
Publicar un comentario