jueves, 29 de octubre de 2009

Lic. Dante Ariel Aragón

Ignacio Ellacuría fue un teólogo, educador, filósofo, politólogo y un hombre comprometido con la realidad empobrecida de la época en El Salvador. Se convirtió en un activista y promotor de la transformación desde su trinchera universitaria, plasmando, de esa manera, el mejor testimonio de compromiso universitario, de incidencia teórica en la realidad, y de la articulación en la realidad entre la ética y la política. Así pues y de manera constante, su pensamiento y acción se mueven en el punto medio de la articulación, del enlace así como de la unión de elementos divergentes, pero con una clara opción preferencial por el pobre, el miserable y el oprimido. De ahí que Ellacuría señalara que la función del intelectual era el hacerse cargo de la realidad así como cargar y encargarse de la realidad (en ese orden se señalaba el nivel dinámico del estar frente a las cosas, el nivel ético de la inteligencia en tanto responsabilidad, y el carácter práctico de la inteligencia).

Ellacuría nació en 1930 en Portugalete, cerca de Bilbao, en España. Ellacuría se caracterizó desde su primera educación por ser agudo en sus análisis, y posteriormente por ser coherente en lo práctico con sus principios teóricos, así como con su tendencia a defender a los débiles (Sols, 1998, 5). Todos los que le conocieron coinciden en que era un hombre sorprendente por su inteligencia y por su capacidad de entrega a favor de los más débiles.

Ellacuría entra en el colegio de los jesuitas en Navarra, y posteriormente estudia en el Noviciado de la Compañía de Jesús de San Salvador a los 17 años. Estudia Filosofía y Teología, primero en Ecuador, y luego en Innsbruck, Austria, para hacer su doctorado en Madrid bajo la dirección del filósofo vasco Xavier Zubiri, su más fuerte influencia filosófica.

Desde 1967 regresa a El Salvador, en donde fue rector de la universidad de los jesuitas de ese lugar (UCA de El Salvador). En ese país encontraría una situación política y una estructura socioeconómica profundamente problemáticas que posibilitarían su original reflexión.

El objeto de su filosofar es la realidad histórica, la cual tiene un carácter inminente de praxis (de ahí su compromiso práctico), es decir, que nos plantea su transformación. Para ello se requiere –a decir de Ellacuría- de un método para comprender y analizar la realidad social históricamente situada.

Ellacuría, en esa pretensión erudita, no solo se acercó a los clásicos de la filosofía (de entre ellos Aristóteles y Tomás de Aquino) sino que también y fundamentalmente recibirá una fuerte influencia tanto de Ortega y Gasset, como fundamentalmente de su maestro y amigo Xavier Zubiri.

Pero hay otro acercamiento que le ayudará a concretar su pensamiento en la realidad latinoamericana, y este es el de Carlos Marx,. De esta manera Ellacuría tomando prudente distancia de Marx no solo planteará la materialidad de la historia sino también su trascendentalidad.

Ellacuría, dado su involucramiento político desde la universidad denunciando las injusticias presentes en su realidad y proyectando además alternativas de solución en la guerrilla de El Salvador, dada su inalcanzable búsqueda de la verdad operativa y posible para la liberación de las mayorías populares, dado el reconocimiento del cual gozaba en la mayorías populares a pesar de su intelectualidad, entre otras cuestiones, fue en la madrugada del 16 de noviembre de 1989, cuando un destacamento de soldados salvadoreños lo asesinan junto con otros no menos importantes jesuitas (más una empleada y su hija) en su propia casa en la Universidad jesuita centroamericana de San Salvador.

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