viernes, 25 de noviembre de 2011

Mtra. María de los Ángeles Díaz Rodríguez

     Qué bien decir que todo lo que aprendemos o creemos funciona como estímulo para desarrollarnos y crecer como individuos. El camino de la búsqueda nos ofrece múltiples rutas y una vez que empezamos a recorrerlas el único freno o impedimento que se puede encontrar tiene que ver con nuestra propia forma de limitarnos; los límites no emanan de otro lugar que el propio pensamiento, no hay horizonte que no hayamos imaginado antes de querer tocarlo, no hay búsqueda que no quiera superar las fronteras de lo conocido en un empeño por aprehender, por tomar más. Así, nuestros antepasados crearon cosmogonías, ciencias, metodologías para entender su entorno, para construir su conocimiento del mundo en un todo coherente; así, también, es como nosotros consentimos y conjugamos la llegada de ceremonias sincréticas, como nuestra fiesta de Muertos, con veladoras y cempazúchitl, con televisores y Halloween, en el acelerado contexto de la vida del siglo XXI.
     Así, con ese sentido también, es como abordamos cada actividad programada en que acompañamos a nuestros chicos más allá de sus cotidianas experiencias para probar un poco del mundo laboral, del mundo en el margen de lo citadino, en el margen de lo socialmente destacado; así en conjunto, aprendiendo con ellos.
     Nuestra filosofía jesuita es el faro que nos orienta en esa exploración, a esa tentativa de ser humanos y aceptarnos con cada una de las capacidades y deseos que nos habitan, que nos estimulan y alientan a asumir esta necesidad, esta hambre de seguir a cada paso, conociendo más.
     Estas son algunas de las experiencias recientes, algunas impresiones de esos especiales viajes, transcritas, recopiladas, y queremos compartirlas, una vez más, con ustedes. Sean bienvenidos al número 18 de nuestro boletín.

0 comentarios :