sábado, 16 de julio de 2011

Verena Thoma Becerra

     El texto de Arthur Schopenhauer habla sobre unos puercoespines que, un día frío de invierno, tienen la necesidad de acercarse para de este modo, protegerse mediante el calor que el cuerpo produce; pero lo único que logran es lastimarse unos a otros con sus púas, lo que hace que se vuelvan a alejar. Cuando vuelven a sentir el frío, repiten la misma acción y de nuevo se entierran las púas, por lo que terminan aprendiendo que hay que tomar una cierta distancia en la que no se sienta el frío y no se lastimen.
     En todo este relato, Schopenhauer hace una comparación entre las personas con los puercoespines: “Así es como la necesidad de compañía, brotada de la vaciedad y monotonía de su propio interior, empuja a las personas a juntarse; pero sus muchas propiedades repulsivas y sus muchos defectos intolerables vuelven a apartarlas violentamente. La cortesía y las costumbres delicadas son la distancia media que acababan encontrando y con lo cual puede subsistir una coexistencia entre ellas.”
     Tal como se dice en el texto, las personas, para vivir, necesitamos estar por lo menos en contacto con las demás personas, porque la vida se vuelve aburrida, monótona, vacía. Además, no es recomendable estar enclaustrado demasiado tiempo en tu casa, porque después de que ya pasaste tanto tiempo dentro de un lugar cerrado, cuando sales a las calles ya todo cambió; el mundo en el que viviste antes ya no es el mismo, porque todo sigue en transformación y nosotros los humanos somos los que nos encargamos de transformarlo y evolucionar.
     Muchas personas, sólo por tener a alguien con quien estar, son hipócritas; a veces, por ser aceptadas por los demás o para seguir adelante. Intentan llevarse con cierto tipo de circulo social, pero el que la gente los acepte o no, no está sólo en sus manos. Tristemente, lo más importante para algunos es de qué familia vienes y no tu forma de ser.
     Algo que mi mamá siempre me enseñó es a ser yo misma, no usar máscaras, y tener la mente abierta. La relación entre las personas cada vez es menos real, e inclusive sólo se llevan con otras por no sentirse solos. La soledad por un lado, es buena, ya que te da tiempo para reflexionar y tener un poco de espacio personal y privado; aunque por otro lado, es imposible. Yo personalmente pienso que la educación esta ante todo eso, pues si tú te portas con malos modos la gente sólo se aleja de ti, en vez de acercarse. Creo que las personas están en constante cambio y evolución, por lo que después de un tiempo, la gente con la que antes te relacionabas, ya no comparte las mismas ideas y cambias de círculo de amigos, es así como empiezas a convivir con gente que tiene la misma madurez que la tuya. Para mí, Dios te manda a personas de las cuales tienes que aprender algo, y cuando ese algo ya se aprendió, simplemente vuelves a cambiar de persona; claro que no siempre va a ser así, porque existen personas que realmente sí son especiales y siguen conectadas contigo. Siento que nada dura para siempre por lo que a la vez, tienes que cambiar y conocer más gente; otra vez huir de la monotonía.
     Schopenhauer también dice que a partir de la cortesía se puede convivir mejor, he ahí la educación y la importancia de ser diplomáticos aunque sin estar tan apegados a esas personas. No hay necesidad de que todos se vuelvan mejores amigos. Hay otro fragmento texto que también quiero comentar: “Ahora bien, quien tiene mucho calor interior propio prefiere permanecer alejado de la sociedad, para no dar molestias ni recibirlas”; la verdad no se trata de aislarte de las personas, porque tampoco es bueno irse a los extremos en ninguna situación de la vida, pero si te puedes mantener a distancia de los demás y si a ti eso te ayuda, pues es válido. Hay que saber respetar cualquier otro tipo de mentalidad y aprender a darte cuenta de tus errores y siempre cambiar hacia lo mejor. Nadie en esta vida es malo, o nace siendo malo, todos tenemos nuestra luz y sombra, y ya depende de cada quién saber qué relucir ante la vida, si la luz o la sombra.
     En conclusión, claro que nos parecemos a los puercoespines ya que así como ellos tienen sus púas, nosotros tenemos nuestros malos hábitos. La verdad nadie es perfecto, por lo que se tiene que aprender a tolerar los defectos de la gente. Siempre es mejor tener una cierta distancia, para que de este modo no se vuelva una costumbre discutir, ser falso y desgastarte mental y espiritualmente.

Referencia
La sociedad y los puercoespines Arthur Schopenhauer, Parerga y Paralipómena

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