lunes, 19 de septiembre de 2011

Angélica Elisa Hernández Mora
     Un minuto del día, es todo lo que necesito hoy.
     Un minuto del día, dejé de lado mis preocupaciones, escapé de la rutina, del cansancio, del correr constante y pude ver las cosas maravillosas que tenía a mi lado y que no había valorado.
     Recordé lo afortunada que soy, por vivir en este mundo que, a pesar de la destrucción que ha sufrido por el descuido del hombre, me ofrece paisajes maravillosos, el sonido del mar, el sol brillante y la luna traviesa.
     Reconocí que la vida me ha dado grandes riquezas: un hogar, trabajo y la posibilidad de tener ciertas comodidades. Me sentí bendecida por la familia, los amigos y el amor, sin embargo, también en ese minuto del día comprendí, que si bien había muchas personas que podían disfrutar de cosas parecidas a las que tenía, muchas personas carecían de ellas.
     Ese minuto del día, vinieron a mi mente muchos porqués; era difícil encontrar la justificación de dicha desigualdad, inicié una larga lista de culpables. Entre esa lista de culpables quedó escrito mi nombre.
     Mis preocupaciones, mi rutina y mis comodidades, no me habían permitido percatarme, que para que el hermoso mundo permanezca, necesito actuar, investigar, crear y participar, hacer equipo.
     Para hacer un mundo más equitativo, es necesario mirar al otro, escucharlo, comprenderlo, trabajar en conjunto, estar siempre informado, crear alternativas, construir caminos.
     Pero lo más importante que descubrí en ese minuto del día, es que para poder contribuir en el cambio es necesario no perder la esperanza, tener fe, creer y orar.
     Un minuto del día es lo que todo lo que necesito hoy. Un minuto del día para amar. Un minuto del día para dar.

0 comentarios :