miércoles, 22 de febrero de 2012

Jesús Juárez Aguilar

no encuentro ninguna razón para negarte que soy un almirante,
no entiendo la persistencia de las montañas
ancladas en los horizontes
y me molesta la sonrisa de las hojas que caen de los árboles
marchitas

no puedo ya moverme como un ganso
ni como un escarabajo,
me violentan las miradas perdidas en los ungüentos
y no he decidido buscarme entre
la paleontología y la tapa de una cerveza;
me desencadenan una serie de temores,
y me perturba tu mirada penetrando la única luz
que existe en la obscuridad
más infame y delicada
de las ensoñaciones de los colibríes

quisiera decirte que el sol no va a salir
por las rodillas ni por las rendijas de tus manos,
pero nuevamente me vuelco a mi montura
y cabalgo como el río cabalga la noche;
definitivamente soy tu caballo
soy ahora, completamente tuyo.

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