viernes, 3 de febrero de 2012

Rolando Ochoa Cáceres

En la noche abundan silbidos de soledades
dispersos y cromáticos
laberintos del hartazgo
y allá
brevedades tan sutiles como en su existencia,
unas máscaras,
unas que se consumen
y otras que se confunden.

Los andantes en el precavido silencio,
los gatos con sus ojos de luna
y hay cierta sordera
que nos hace desaparecer
cuando se reacomoda el polvo
recubriendo ayeres prófugos
aparentando sequía
en el mueble de la ausencia.

Sábanas inolvidables de la tierra,
la oscuridad
con sus fragmentos verde luna
donde las pasiones se distraen
sin olvidar la propiedad de los finales.

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