jueves, 31 de enero de 2013

Abril Meneses Islas

La oratoria es todo un arte, ya que conjunta una gran cantidad de aspectos estéticos a considerar: la forma de hablar, los ademanes, la conexión entre el orador y el público, la comunicación de sus argumentos, los cuales deben ser persuasivos, etc., que hacen de la oratoria una tarea difícil, pero no imposible, pues, como dice el dicho,  “la práctica hace al maestro”, y esto es precisamente lo que creo que el ponente Fernando Valdez Zainos quiso comunicarnos en el taller presentado a los alumnos de tercer semestre de la Preparatoria Ibero Tlaxcala el pasado mes de octubre.
¿De qué hablar en un discurso?
La vida y la muerte son temas que, para los ojos de muchas personas dentro de la sociedad, pasan desapercibidos. Tal vez no lo hayas reflexionado pero toda tu humanidad recae en ellos, pues la mayor parte de nosotros vivimos sin saber lo que es la vida y morimos sin saber lo que es la muerte y mucho menos cómo enfrentarlas.
Yo he descubierto los grandes márgenes y posibilidades que ofrecen para dar todo tipo de discursos estos temas, ya que poseen infinidad de puntos de vista: tanto por sociólogos, filósofos, artistas, adolecentes, adultos, etc., lo cual me permite retomar el tema desde muchos enfoques y aportar mi postura acerca de los mismos.
Ahora bien, dentro de la construcción de un discurso denominado “Vida y Muerte” para la materia de Lenguaje y Literatura, pude aplicar los conocimientos adquiridos en otras asignaturas. Puedo decir que día a día adquiero elementos conceptuales de ésta y otras materias como la de Construcción del Conocimiento I, ya que a lo largo del segundo corte, hemos vislumbrado la potencialidad del conocimiento reconociendo algunas teorías presentadas por corrientes filosóficas como el racionalismo y el idealismo, las cuales también toman como punto de reflexión a la vida y la muerte, por ejemplo, Platón y su teoría de la dualidad del alma y el cuerpo.
Gracias a la comprensión de la importancia de la oratoria, tema principal de la tarea compleja, he fortalecido la estructura y contenido de demás trabajos reflexivos y me reconozco capaz de poder utilizar los distintos recursos argumentativos que he aprendido, movilizando así conocimientos y no dejándolos estancados dentro de mi mente.
Mi perspectiva ha cambiado mucho, pues de acuerdo con Requena (2010), sólo basta quitarse la venda de los ojos para poder mirar más allá de lo que conocemos, adentrarnos en lo desconocido y aportar nuevos saberes al mundo o a tu consciencia misma.
Que no nos aterroricemos ante la palabra “oratoria”, pues no se relaciona en absoluto con la palabra imposible, tal vez compleja sería la palabra adecuada, sin embargo, el que es constante obtendrá los frutos de su perseverancia: convertirse en un gran orador.

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