jueves, 11 de abril de 2013

Raquel Maroño y Juan Pablo

Camina por los amplios pasillos, arrastra tus pies sobre el concreto, asómate por las ventanas, lo que verás del otro lado son nuestros salones. En el número cuatro podrás ver a diecinueve personitas trabajando en veinte mesas con dos sillas cada una. Las cortinas son azules como el mar y las paredes blancas como la nieve. Al fondo encontrarás unos casilleros del color de la sangre, algunos limpios y ordenados, otros sucios y abollados. El salón permanece inundado por el bullicio acelerado de los inquietos y hormonales adolescentes, escucharás el escándalo y pensarás en una película bélica, o en un antro de moda; yo lo escucho y pienso en mi canción favorita, el ruido es la música que mi alma necesita.

Si entras, diecinueve pares de ojos se posarán sobre ti, ojos de distintas tonalidades y tamaños, tan diferentes como sus dueños, pero encontrarás unas terribles ganas de vivir en todos ellos, una necesidad insaciable de aprender y de descubrir lo que ignoran.

Si eres muy grande el salón te parecerá muy pequeño, si eres muy pequeño el salón te parecerá muy grande, pero si eres un alumno Ibero te parecerá simplemente perfecto, te parecerá el lugar donde puedes cumplir tus sueños.

Si llegas a entrar reconocerás ese espacio como tu nuevo hogar.

Nuestro hogar...

0 comentarios :