jueves, 26 de mayo de 2011

Melissa Costes
     Buenos días a todos, profesores, compañeros, público en general. Hoy día, quisiera especialmente darles la más cordial a todas las mamás aquí presentes.
     Podría decirles, que hoy he venido para hablarles sobre la importancia de este gran día, incluso podría citar a autores reconocidos o recitar a uno que otro poema famoso; podría también, expresar los diferentes puntos de vista, desde filosóficos, poéticos o hasta religiosos; pero no, mi intención el día de hoy es más cercana a lo inteligible, a lo cotidiano, pero no por ello menos profunda: se trata de hablarles como una hija que admira y ama enormemente a su madre.
     Para serles honesta, yo no sabría decirles exactamente qué es el amor, de hecho, de poco serviría decirlo, si no somos capaces de dejarnos arrobar por la experiencia instantánea, aparentemente fugaz pero al mismo tiempo trascendental del amor.
     Para ello, sólo me basta ver cómo una madre mira a su hijo, sin importar su edad, con esa única mirada, llena de cariño y ternura, para entender, que ese sentimiento del que todos hablan, mejor conocido como amor incondicional, se hace visible, e incluso tangible en un solo abrir y cerrar de ojos para nuestros corazones.
     Pero, ¿Qué más serán las madres? ¿Nuestras confidentes, nuestras consejeras, nuestras amigas? Sí, pero en realidad son mucho más que eso. Son más que las mujeres que se quedan despiertas hasta las tres de la mañana para verte cuando llegas a esa hora, son más que las mujeres que te tienen preparada una caja completa de kleenex por si cortaste con el novio, o las que el día de tu cumpleaños son las primeras en levantarse para felicitarte, antes que nadie. Ellas son más que las mujeres que te acompañan al dentista, pues también les duele la muela cuando te la están sacando. Son más que aquella mujer que te prepara tu comida favorita sin ningún motivo en específico.
     Las madres son aquellos seres que te aman tanto, que no esperan nada a cambio.
     Aún más, ¿qué es lo que realmente diferencia a las mamás de cualquier otra persona? Que no importa si eres músico o atleta, poeta o incluso bailarín, ellas siempre estarán ahí sentadas, en primera fila, esperando con ansias el momento preciso para aplaudir tanto, que todo el mundo se entere que eres su hijo y que está orgullosa de que lo seas.
     Por eso mismo, hoy quiero agradecer a todas y cada una de ustedes, que se hacen llamar madres, porque siempre, sin importar lo que pase, o el tiempo que pase, están ahí para nosotros, para darnos un abrazo y para pronunciar esas dos significativas palabras, que extrañamente, como por arte de magia tanto nos reconfortan: ¡Te amo!
     Para terminar, muy en especial, quisiera aprovechar la oportunidad para agradecerle a mi madre, porque de una u otra forma, siempre logra que no haya noche, si no hay una gran luna que la ilumine.
     Gracias por su atención y feliz día.

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