sábado, 14 de mayo de 2011

Carlos Rodríguez López
     Todo comenzó en febrero, un mes antes de la gran experiencia, cuando por equipos se dividió el trabajo para la organización del rally: reglas, bases, premiación y comunicación dieron paso a que el día 17 de marzo del 2011, a las 7:20 de la mañana, partiéramos de la central camionera de Tlaxcala con rumbo a la ciudad de México; las bendiciones y los abrazos con lágrimas dijeron, en pocas palabras, “buena suerte hijo(a)”.
     Primer día: Durante el viaje en autobús teníamos muchas ganas de bajarnos y echarnos a correr para empezar a buscar las doce bases que se nos habían otorgado. Con más de 1300 pesos en la bolsa teníamos que vivir por tres días en equipos de seis, cinco o cuatro integrantes, sin celulares o iPods, solamente con una tarjeta de Ladatel de 50 pesos y un profesor a nuestro cargo.
     Llegando a la TAPO, todos corrieron al baño para descargar la necesidad y empezar después la aventura, los equipos recorrieron primero El Archivo General de la Nación, donde quedamos asombrados por toda la información que contenía esta estructura, su historia y su uso.
     Uno que otro participante tenía miedo de subirse al Metro por ser la primera vez, pero al final de todo nos aprendimos los recorridos del Metro, del trolebús y el Metrobús. Si regresaste del D.F y no te toquetearon es porque nunca te subiste al Metro o al Metrobús.
     Al terminar el primer día y llegar al hostal, todos comenzamos a platicar de lo que nos había ocurrido, de lo que vimos y aprendimos; estábamos cansados, hambrientos y sedientos pero llegar al hostal fue una satisfacción, al ver que todos estaban bien. Algunos equipos habían completado cuatro, cinco o seis bases en un solo día, fue sorprendente.
     Segundo día: Después de completar tres o cuatro bases, a las cuatro de la tarde nos dirigimos hacia la UNAM; allí comenzamos un mini rally, pero era imposible hacer las cinco bases que se nos habían dado, pues al cuarto para las siete teníamos que estar en el Centro Cultural de la Universidad y recorrer C.U., que es como recorrer la mitad de Tlaxcala. Cuando llegamos al hostal supimos que una amiga se nos había desmayado; todos estábamos preocupados, pero cuando vimos que regresaba del hospital, nos pusimos contentos al saber que ella estaba bien y que podía continuar en el rally.
     Tercer día: Todos listos para terminar las dos o cuatro bases, las últimas y las que definirían al ganador del rally. Nos apuramos porque teníamos que estar en la TAPO a las seis, para irnos en el camión de las siete. Al llegar la TAPO dimos fin al Rally Histórico de la Ciudad de México 2011, con la premiación a esas personas que hicieron posible el rally, que gastaron horas de trabajo para poder pasarla con nosotros: los profesores cansados y con ámpulas se merecían un premio bien recibido. El rally, una idea que surgió de la nada y que la Ibero hizo realidad.
     Lo que todos vivimos fueron metros atascados, vimos gente extraña en las estaciones del metro que solamente te pedían un peso. Nosotros, que vivimos en una ciudad tranquila, llegar al D.F., donde todos están apurados, estresados y agitados, pudimos llegar a acostumbramos y adoptamos el mismo estrés. Pero este es el modelo de la Ibero, formar mujeres y hombres competentes y libres que sepan dar solución y no problemas, y el Rally Histórico es un ejemplo.
     Fue una etapa de crecimiento donde demuestras tu autonomía, el hecho de que ya no eres un niño ni dependes de mami.
     El Rally Histórico fue una experiencia inolvidable, no sólo vas a aprender historia, sino también a aprender a vivir con 1300 pesos por tres días, sin celular pero con una tarjeta de teléfono público. Aprendes también a vivir como en una familia, a tomar decisiones en equipo, a escuchar las opiniones de cada uno y llegar al acuerdo de que esta decisión es la buena, es la que nos conviene más, a integrarse más como salón y con los profesores. En pocas palabras, es una experiencia que siempre llevaremos con nosotros, los alumnos de segundo semestre.
     Pero, ¿por qué te lo cuento? Mejor ven y vívelo en carne y hueso.

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