viernes, 28 de octubre de 2011

Gabriel Santamaría García

     La vida en un principio era muy simple; antes de que el hombre llegará, los animales se basaban en la ley de la supervivencia del más fuerte; no habían tantos problemas causados por envidias, diferencias (sentimientos humanos); y más que nada los conflictos surgían por lograr la satisfacción, tanto propia como de la manada de las necesidades como la vivienda y el alimento.
     Al aparecer el hombre como tal, al principio todo marchaba “bien” en dicha forma; hasta que el pensar humano fue evolucionando, por lo que entonces el ser cavernícola buscaba en mayor medida la manera de tener más y mejores comodidades de vida; y en ocasiones no le importaba lo que tuviese que ser hecho para lograrlo, inclusive si se tratase de exterminar a otra tribu completa para poder tomar posesión de sus pertenencias. Esto no debe ser malinterpretado; es parte de la naturaleza del hombre buscar su bienestar y comodidad, y quizás analizando un poco a fondo, también lo sea (el lado negativo) el hecho de luchar, de tener guerras, de exterminar.
     Estas dos partes de la naturaleza humana, se basa en un lado positivo y lado negativo lo más adecuado que se encontraran equilibrados; es decir, evitar que lado negativo se apodere del lado positivo, y este último se encamine erróneamente, es decir, evitar que la codicia y la violencia (lado negativo), distorsionen una correcta visión de la búsqueda de nuestro bienestar (lado positivo).
     La situación que es necesario evitar, comenzó a volverse una realidad a partir de que el hombre descubrió que los alimentos y lugares para refugiarse empezaban a escasear, y también al descubrir el valor de minerales como el oro, plata y diamante.).
     Los reinos hacían guerras con las que despojaban al reino enemigo de todas sus tierras, alimentos, posesiones; y al final (en ocasiones) les daban la opción a aquellos guerreros y parte del pueblo que se rindiera de volverse parte de los suyos.
     Después de esto llegó una época en que el hombre se percató de lo malo de tal forma de ser, y “trato” de hacer algo contra dicha naturaleza, por un tiempo esto dio buenos resultados, pero luego con las revoluciones (sobre todo con la industrial), y con el crecimiento de las ciudades, se disparó (de nuevo) la codicia.
     Hoy en día la situación no ha cambiado mucho desde entonces, solo que ahora hay que agregar que se utiliza la violencia como medio para “facilitar” los fines de la codicia; podría decirse que dichos fines son el dinero y el poder.

     Reflexiona conmigo:
     1) ¿El equilibrio entre los lados positivo y negativo de la naturaleza del hombre es el mismo que el que había en siglos pasados?
     2) ¿Qué podemos hacer, como miembros de la sociedad para controlar tales impulsos de violencia y sentimientos malos o encontrados?
     3) ¿Qué cambios son necesarios hacer, y si así fuera, en qué es necesario ceder?
     4) ¿Será posible que el hombre algún día consiga el balance perfecto, o por lo menos casi perfecto de los lados opuestos a de su naturaleza?...

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