viernes, 28 de octubre de 2011

Mtra. Ma. Guadalupe Campos Jiménez

     En medio de este caos que estamos viviendo en el país, en este maremoto de violencia donde el asesino o sicario se vuelve inocente cuando lo vemos asfixiado o acribillado entre un montón de seres que parecieran son parte de nuestra especie, pero que se olvidaron de sí mismos y de su origen, es necesario hacer un alto y reflexionar sobre nuestra aportación desde nuestros espacios a este caos social que nos rebasa, cuestionémonos sobre la contribución personal que hacemos de forma involuntaria cuando no cumplimos con nuestros requerimientos y obligaciones como ciudadanos, padres de familia, vecinos, hijos, estudiantes ,trabajadores…simplemente como prójimos, volvamos nuestros rostros al rostro de la vida, y respondámonos ¿realmente estamos libres de culpa cuando no somos desde nuestra individualidad una opción para la transformación de nuestra sociedad? porque no nos gusta el compromiso y le decimos sí a la responsabilidad a veces… y no asumimos nuestras incipientes decisiones y si se puede hacemos que nuestros hermanos paguen facturas de acciones que no realizaron…Aprovechemos este momento de oscuridad para empezara encender la luz que tanto urge en nuestras familias y sociedad, que tanto urge a nuestros gobiernos…que tanto urge al mundo y seamos candeleros para que a través de nosotros se filtren el deseo y el trabajo por construir una sociedad solidaria y justa…

    

     Busco en medio del bullicio una luz de libertad

     que me llame que me indique dónde se quedó la paz,

     en las calles, en el aire en manos de la libertad

     que se esconde mal herida y gime por no gritar.

    

     Busco en el rostro de la gente una sonrisa más ,

     de aquellas que engalanaban las playas y el boulevard

     busco una mirada alegre segura de poder estar

     caminando entre gaviotas soñando poder volar.

    

     Busco con exigencia las manos que al trabajar

     construyen y no asesinan inocentes al pasar,

     busco con mi denuncia los rostros y el corazón

     de aquellos que no vencidos

     quieren ver de nuevo el sol.

    

     Exijo de ustedes hermanos mantengan de pie la razón

     de vivir en estas lucha levantando con ardor

     las ideas de ser valientes en una lucha de amor,

     dando la mano al vencido ofreciendo lo mejor

     en la escuela, en el trabajo donde nos lleve el amor

     y la verdad de San Ignacio: de dar siempre lo mejor.

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