viernes, 25 de noviembre de 2011

Lucía Rodríguez Zeledón

     A veces me gusta pensar que todos somos un poco de lo que no somos.
     Y es que es más fácil saber lo que no me gusta, a dónde no quiero ir, qué no quiero hacer y nos cuesta trabajo hablar de lo que nos apasiona. Me parece bastante curioso que cuando nos piden que escribamos sobre “lo que tú quieras”, no sabemos ni por dónde empezar. Cuando uno no sabe qué decir y además no sabe cómo decir que no sabe qué decir, es mejor que le digan que diga que le gusta tal, o le gusta cual. Pero nos llenamos de conflicto y una sola hoja vacía se transforma en el inmenso mar que no termina de hacerse grande y que jamás vas a completar
     En primera instancia piensas de inmediato, no sé qué me gusta o no sé qué es lo que quiero. Pero, creo yo, que la cosa es que “no sé quién soy” y de ahí deriva el qué me gusta, qué hago y hasta cómo lo hago. Constantemente queremos saber qué quiero y qué me gusta, pero creo es de suma importancia conocernos para poder descubrir todas estas interrogantes. A mí, en lo particular, me cuesta trabajo comenzar a escribir sobre una en blanco porque mi cabeza se inunda de ideas huecas, de pensamientos fugaces que, a final de cuentas, no me sirven de nada. Por muy ilógico que parezca me es más sencillo escribir sobre un tema ya establecido, pero creo que pasa lo mismo en cuanto tenemos que actuar siendo congruentes con nosotros mismos, nos aterramos y aferramos a lo que ya sabemos y conocemos; en ningún momento nos pasa por la cabeza que, todo eso que se lee después de horas de largo trabajo, está guardado en mi cabeza y en la punta de mi lápiz que espera por salir. La cosa es también que muchas veces no podemos escribir sobre lo que realmente queremos, ni decirlo, y la mayoría de las veces menos hacerlo.
     Vivimos enmascarados como en la lucha libre, y mientras más llamativa y brillosa sea la máscara es mejor. Todos creemos que tenemos que cumplir con una interminable lista de expectativas y queremos la mejor respuesta de todos, pero no nos concentramos en escuchar a aquel que está debajo del enmascarado. Entonces creo que somos un poco de lo que no somos .Y así es como comienza uno a escribir sobre lo que “uno quiera” y de una hoja en blanco comienzan a despegarse ideas del suelo que suben hasta la cabeza y salen del corazón.

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