viernes, 3 de febrero de 2012

Lucía Rodríguez Zeledón

     Considero bastante verdadero el hecho de que, cuidar una planta es evidentemente mucho más fácil que cuidar un hijo. Para empezar, una planta no llora, no habla y si olvidas darle comer unos tres días, tu planta puede que comience a adquirir un tono café pero ésta no morirá de inanición.
     Una planta, también, crece a un ritmo considerablemente no tan aburrido; después de unos meses alcanza su altura máxima, a no ser que se trate de un árbol, porque éste requiere casi los mismos cuidados que un hijo de carne y hueso. Desde mi opinión personal, hay personas en el mundo que deberían limitarse a criar plantas en lugar de traer e este mundo, tan torcido, un pequeño bebé tan frágil y vulnerable como una taza de porcelana.
     A final de cuentas las plantas, en varias ocasiones, encuentran la manera de sobrevivir por sí mismas, son autónomas, pues se alimentan mediante la fotosíntesis. ¿Cuándo hemos visto que a un bebé se le exponga al sol y como resultado dé algo más que quemaduras en la piel y una larga noche de llanto? Digo, no es que haya olvidado a algún pequeño ser humano durante horas en el sol, eso sería más que cruel… A lo que voy es que las plantas son excelentes escuchas, además ni siquiera asienten con la cabeza; están inmóviles ante cualquier barbaridad que puedas estar articulando. Algunas únicamente se riegan una vez a la semana, te ahorra el tiempo que tendrías que dedicarle a un ser humano diminuto.
     No entiendo entonces por qué el tremendo afán de tener hijos como conejos; deberíamos de tener huertas y cuidar de plantas; todo sería mucho más fácil. Aunque la planta tenga cuatro, sí, cuatro años, nunca va a aprender a hablar, por consiguiente no puede evidenciarnos ante la ignorancia del mundo que nos rodea con preguntas todo el tiempo acerca de cualquier pequeñez, cosas que evidentemente no puedes responder.
     Sería como tener un montón de hijos obedientes que no ocasionan problemas, no te quitan el sueño y, a diferencia de los bebés, huelen bien.
     Para dejar todo lo anterior bien claro, todo esto lo escribí en uno de esos ataques en los que uno piensa sin sentido en el sentido del ser.

0 comentarios :