viernes, 16 de marzo de 2012

         
     Iker Taboada Calderón
          Era la mañana de un dia lunes cuando empezó mi experiencia laboral en la taquería La Oriental Sucursal Centro. Mientras me trasladaba a mi nuevo lugar de trabajo, mis expectativas de cómo sería eran realmente amplias y también pesimistas. Llegué a pensar y ¿si me toca lavar los baños?, ¿cómo estarán?, seguramente están todos sucios, así que preferí evitarme los molestos pensamientos y me puse a escuchar un poco de música en lo que llegaba.
     Ya estando en la taquería, el que sería mi nuevo jefe no tenía ni una idea de lo que iba a hacer, ni siquiera había sido advertido de mi repentina llegada, lo cual me puso más nervioso aún, así que decidí ponerme un delantal y comenzar a lavar platos a manera de que mi nuevo jefe me viera haciendo algo.
     Para la tarde había conocido a algunos de mis compañeros, el lava losas de planta es un joven con problemas mentales de nombre Miguel, y su compañero es un joven de nombre Víctor.
     A la mañana del dia siguiente, yo ya maldecía mi nuevo empleo, pensaba que era demasiado malo para ser verdad, sin embargo, conocí a un muchacho que es el taquero de la sucursal, su nombre es Alfonso y venía de un pueblito llamado Dimas López, él fue quien me empezó a presentar al resto del equipo de trabajo, y por lo menos ese día fue menos tenso, pues ya los demás muchachos no me trataban como un perfecto desconocido.
     Para mi tercer día de trabajo ya me empezaba a gustar más. Un mesero de nombre Luis me dijo que mesereara con él, pues iba a haber mucho trabajo y necesitaba un poco de apoyo, lo cual me puso feliz pues por fin había salido de la aburrida cocina y mis manos podrían al fin tomar un descanso del tan terrible detergente que usan ahí. Nunca pensé que meserear fuera tan entretenido.
     En el cuarto día de trabajo, ya todo el personal me conocía y mi sensación del lugar y de mis compañeros era totalmente diferente, me sentía gustoso de ir a trabajar y mis pensamientos sobre mi empleo eran totalmente distintos. Ese día le tocaba descansar a Luis, el mesero, por lo que a mí se me juntó más el trabajo, sin embargo, pienso que lo hice lo mejor posible.
          El día siguiente era viernes de vigilia, por lo que la sucursal estaba muerta, no hubo una sola alma en la mañana, por lo que los minutos parecían horas; jamás había sentido tan larga una mañana, y así permaneció hasta la tarde, lo cual, tanto para la taquería como para los empleados, no genera ninguna ganancia, pues no entran propinas, así que no se veían muy contentos que digamos.
     El día sábado, por fin, mi último día.
     --Ya por fin acabas hoy, ¿cierto? -- me preguntaban los empleados del lugar, y sí, aunque la respuesta siempre era un sí, después me sentí un poco extraño pues ya había entablado cierta amistad con todos mis compañeros y llegó un momento en el que dije, ¿por qué no solicitar empleo? Pero después, uno de mis compañeros me advirtió que lo mas seguro era que no me pusieran en esa sucursal, así que desistí de esa idea. Sin embargo, me dije a mí mismo, ¿qué podría hacer para alegrarles un poco el dia? Así que decidí ir al Oxxo en mi hora libre y comprar tres Coca-Colas y cuatro bolsas de Sabritones. Los muchachos primero pensaron que los estaba bromeando y que no eran para ellos, así que al principio no le hacían caso a los refrescos y a las frituras, después perdieron el miedo y me sorprendí al ver que nueve litros de Coca-Cola no hayan durado ni media hora. Ya cuando era tiempo de irme me sentía alegre de haber terminado satisfactoriamente mi experiencia, aunque siempre me quedará ese sentimiento de melancolía.
    

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