martes, 15 de mayo de 2012

Cesar Antonio Rodríguez

Suena el rumor de las alas de un zanate,
y los palos de agua no se hacen esperar:
"cuando escuche el coro, favor de cerrar los ojos"
caen las entonaciones de las aves por escaleras,
y remata un zanate con eco, eco.

Suben los palos de agua y caen,
una onda sonora se extiende y profundiza,
risas y voces al fondo.

Entra el agudo y largo silbido,
¡pausa!
dos gritos de zanate chillón,
y el agua pausa, finta y continúa,
entra el lejano sonido del avión
y las aves siguen con su trenza de garganta y de sonido.
Se voltean los palos de agua, que pierden fuerza conforme las gotas sólidas caen,
y las alas se alejan.

Risas por encima de la entonación,
suena el claxon,
pero el TRANCE no para,
grazna burlesco y continúa
y todos los sonidos se enredan, pausan,
y sólo se perciben murmullos.

De grave-agudo, a agudo-agudo,
el ave negra chifla dos, pausa tres, y remata un sonido extendido,
mientras se escucha el respiro de su planeo.

Se voltean los palos,
los silbidos se alejan, pero otros se quedan,
junto con las largas carcajadas,
entona un carraspeo, pasando a exhalación y terminando en silbido,
(siete cortos en el oído izquierdo, y dos prolongados en el derecho)
y los palos vuelven a voltearse, y caen punzantes gotas,
¡todo para! (menos el agua)
y un picotazo de sonido, el zanate vuelve a hacer eco,
pausa,
eco,
trenza,
se vuelven a girar los palos ya débiles,
y otro aleteo que se aleja:
−¡no abras los ojos!−
todo se aleja, escucha.

¡Amor! cantan las aves tres veces en agudos,
cierran los palos con sonidos imponentes,
y un suspiro,
                        sólo cierra la mística melodía.

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