lunes, 24 de septiembre de 2012

Maricruz, Lorna , Daniel, Diego y Juan Pablo
Alumnos de primer semestre

      Había una vez un señor cuyo nombre era don Pepe y tenía 50 años de vida. A lo largo de su vida, don Pepe siempre se preguntó si siempre nos movíamos, era algo que él no llegaba a comprender.

      Una cosa sí estaba muy clara para este señor: “todo, en algún momento se tiene que mover”, pero, ¿por qué no siempre podemos percibirlo?

      Don Pepe pensaba que todo era tan sencillo como cuando se encontraba sentado bajo de un frondoso árbol verde observando el agua cristalina de un río y podía distinguir miles de pececillos nadar armoniosamente, pero él no alcanzaba a comprender por qué si el mundo se mueve, él no podía ver que aquel árbol se moviera, en cambio podía ver como los peces movían sus aletas para impulsarse en el agua.

      Todo esto era muy confuso para don Pepe, así que decidió ir en busca de respuestas, ya que él alguna vez había escuchado que siempre es mejor investigar acerca de un tema para así no olvidar tan fácilmente la respuesta. Mientras don Pepe pensaba en cómo iba a obtener la información que buscaba recordó que él tenía un compañero de la primaria que había finalizado sus estudios y se había graduado como físico, y tanto éxito tuvo su buen amigo que terminó trabajando en un laboratorio muy importante. Don Pepe decidió ir en busca de su amigo y de una vez por todas aclarar sus dudas.

      Don Pepe buscó a su amigo en el laboratorio, cuando por fin lo encontró su amigo lo recibió con los brazos abiertos y le dio un recorrido por el laboratorio. Al finalizar el recorrido don Pepe le preguntó a su amigo: ¿Qué se mueve y cuándo se mueve?

      Su amigo le contestó que todo se movía y que la ciencia que estudiaba el movimiento de los cuerpos era la física.

      —Verás —dijo el amigo —el planeta se mueve con naturalidad, las 24 horas del día el planeta está en movimiento, ahora imagínate si el planeta está en moviendo y tú estás dentro de él, ¿tú te moverás?

      —Pues sí pero, ¿por qué no podemos verlo?— contestó don Pepe.

      —No lo puedes distinguir por que es considerado un movimiento relativo, esto quiere decir que aunque a simple vista no se esté moviendo, si lo analizamos veremos que sí se mueve; un claro ejemplo de todo esto es el Pangea, como tú y yo sabemos, hace millones de años todos los continentes estaban unidos pero por el constante movimiento de las placas tectónicas se fueron separando— afirmó el amigo.

      —¡Oh! Ahora ya entiendo, tal vez como hay temblores que no se sienten, si yo hubiera estado ahí mientras los continentes se separaban no hubiera sentido nada, pero ahora veo los efectos de todo ese movimiento— dijo don Pepe, satisfecho.

      —Así es queridísimo amigo, sólo recuerda que los movimientos se clasifican en absolutos y relativos, y siempre nos estamos moviendo.

      Don Pepe no podía sentirse mejor, sí que dio las gracias y se retiró con muchísima felicidad ya que sus dudas acerca del movimiento se habían despejado completamente. De ese día en adelante don Pepe supo que se movería hasta dormido.

     

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