viernes, 25 de enero de 2013

Raquel Maroño Vázquez

La solidaridad es uno de los primeros valores que nos enseñan en la familia, nos explican qué significa y por qué es tan importante, pero ¿de qué sirve que nos den la teoría si jamás la ponemos en práctica?
A veces cuestiono mi vida, y las razones por las cuales no todos los seres humanos gozamos de las mismas condiciones y oportunidades; me enoja ser consciente de todo con lo que he sido bendecida y más aún cuando lo contrasto con todas las desgracias que a otros les ha tocado vivir. Hasta la fecha no consigo explicarme por qué  he tenido tan buena suerte cuando adolescentes, que son mil veces mejores que yo, han tenido que enfrentarse con situaciones muy difíciles. Un día alguien me dijo “no podemos escoger las cartas que nos tocan pero sí cómo jugarlas”. Por mucho tiempo esa frase ha sido mi consuelo y mi razón de seguir adelante.
Siguiendo la lógica de la frase el resultado sería algo así: el hecho por el cual yo he nacido con tan pocas carencias es porque yo estoy en condiciones y en el deber de ayudar a que las vidas de los demás sean mejores de lo que ahora son. Si yo tengo lo que a ellos les falta bien puedo compartirlo, o ver la manera de que ellos también lo consigan. No podemos esperar que el mundo sea mejor si nos limitamos a celebrar lo que tenemos e ignorar a los que no lo tienen. Creo fervientemente que con una cultura de solidaridad, como la que maneja la Prepa Ibero, podemos lograr grandes cambios en nuestra sociedad, pues ser solidario es dejar de pensar en tus problemas y darte cuenta de que no son nada comparados con los de otros, ser solidario es preguntarle al prójimo qué necesita y ver qué está en tus manos hacer por ayudarlo, por calmar su dolor, por reconstruir o recuperar lo que ha perdido. Sé qué no siempre podemos evitar que las personas sean lastimadas pero siempre podemos estar ahí cuando caen para ayudarlas a levantarse, a seguir adelante. Ser solidario puede ser ayudar a unos niños de kindergarten a los que “alguien” les quemó su salón  quemó su salón por la falta de conciencia o ayudar a crear una cultura de protección contra el dengue; ser solidario va desde acompañar a alguien en su dolor o a celebrar su dicha.
La verdad es que no tenemos que ir muy lejos para poner en práctica la solidaridad, a la vuelta de la esquina no falta gente que sufre, que tiene hambre o que no tiene a dónde dormir, dentro de nuestra propia escuela podemos encontrar personas que necesitan de un pequeños empujo para continuar con sus vidas, o que sólo necesitan ser escuchados, o simplemente una sonrisa. Oportunidades para ser solidario en este mundo caótico realmente no faltan, lo único que necesitamos es dejar el egoísmo a un lado y ponernos un ratito en los zapatos de los demás; para ser solidario sólo se necesita un poco de valor, buena disposición ¡y un gran corazón!

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