viernes, 8 de febrero de 2013

Ximena Gómez Gil Díaz

Me levanto temprano, me baño y me arreglo. No puedo salir sin desayunar, y me apuro. Guardo mi teléfono y me subo al camión. Estoy nerviosa, nunca me he ido sola, pero pienso en lo que haré ese primer día de trabajo; tal vez estaré en bodega, tal vez limpiaré, no sé, pero estoy preparada para lo que venga. Cuarenta y cinco minutos después llego a la zapatería. Le gano a la gerente, me dice que es muy temprano y yo solo asiento con la cabeza. Entrando me dice que todos vamos a limpiar, y así es.
Estoy en la bodega, acomodo todas las cajas, hace frío, y ya no aguanto los pies. Deseo que ya llegue la hora de mi descanso. Llega. Tengo una hora solamente y regreso al trabajo, a la bodega. Ahora anoto los códigos de las etiquetas, estoy cansada, me quiero ir. Pasan cuatro horas, por fin me puedo ir. Primer día de trabajo, efectivo.
Es martes, repito la misma rutina, solo cambia el papel que desempeño en el trabajo. Hoy soy vendedora. Acompaño a Vero, y ahora a Lula. Así paso todo el día hasta antes de salir a comer. Una hora. He regresado y al final del día solo vendí siete pares de zapatos.
Miércoles y jueves pasan de la misma manera. Todo el día sin poder sentarme, voy a la mitad de la semana y ya me quiero ir.
Viernes y sábado, dos días en los que, lo que no vendo en todo el día, lo vendo en la noche: en quince minutos hice lo que en seis horas no conseguí. Días agotadores; entra demasiada gente, muchos ven, preguntan, se prueban, pero no compran, bastante desagradable para quienes nos esforzamos cada minuto.
Así termino mi semana, cansada, con callos en los pies, dolor de espalda, sueño. Sin embargo, no me quejo. Hice lo que muchos no, tomar esta experiencia como forma de vida y no como una actividad más. Hacerme responsable de mi vida, de mi dinero, de mi tiempo, fue un gran reto. Estos días no terminan aquí, ya que lo mejor de la experiencia es llevarla a la práctica. Dos semanas después he regresado a visitar mi lugar de trabajo, ya no como vendedora, pero con las mismas ganas.

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