viernes, 12 de abril de 2013

Ana Isabel Sosa Machorro

La felicidad de un individuo es directamente proporcional al correcto cumplimiento de sus ideologías, aquello que lo rige como ser racional. Este estado de ánimo responde a lo que uno piensa que es correcto, por más subjetivo que el concepto sea, tiene que ejecutarse precisamente así, para que la persona se sienta plenamente feliz.

La felicidad es relativa y claramente subjetiva, puesto que es totalmente diferente su significado y manifestación en todas y cada una de las personas sensibles de este planeta Tierra. Tan fácil como que un hecho que para una persona tiene como consecuencia la felicidad, para otro tiene como consecuencia la tristeza, y sin embargo, ninguno tiene la razón de lo que siente o expresa, simplemente esta razón no existe.

Es como preguntarse si existe algo más necesario o indispensable en el campo de las emociones para las personas que la felicidad. La respuesta, a mi parecer, es: todo; puesto que ésta supone ser una consecuencia, la relación causa-efecto, o visto desde otra forma, la reacción a una acción, y ésta no existe sin la primera. Tomemos a la justicia como la causa y a la felicidad como el efecto. La justicia por tanto, debe de ser apremiada con mayor necesidad en el mundo que la felicidad.

Si hablamos del concepto de felicidad como algo subjetivo, me atrevería a afirmar, también, que la vida, única realidad, es igualmente subjetiva.

La vida es como una estructura forjada de muchos conceptos que nos han enseñado a ver y aceptar como los contemplan y creen quienes nos los transmiten, sin embargo, yo creo que la realidad de cada uno es muy diferente y tiene origen y sustento en todo aquello que no ha sido aprendido, sino vivido; es decir, un sinfín de experiencias que no son mas que lecciones de lo que hemos hecho y dejado de hacer en la vida. Por lo tanto, no concibo un significado real y objetivo de lo que es la vida, sino que creo que cada quien le da ese significado, único e irrepetible, que lo patenta como propio.

No existe lo positivo y lo negativo, vuelvo a lo mismo y lo recalco: es subjetivo. Una reacción a un hecho es la manifestación instintiva de experiencias personales, las cuales catalogamos o etiquetamos como malas o buenas porque alguien o algo nos dijo que era así. Vivimos inmersos en un innumerable círculo de reflectores que no ven más allá de lo que les conviene y dan pie a criticar o agrandar acciones según consideren a su criterio.

El tratar de entender la vida o la realidad no deriva mas que en una larga e interminable confusión. No hay que entender la vida, hay que vivirla. No existe, si cada quien lo quiere y decide ver así, un significado textual o simbólico de lo que es, por lo tanto, no sirve de nada tratar de dárselo. Es tan inútil como catalogar las acciones de una persona sin entender antes sus circunstancias de la misma, eso sí, sin justificarlas.

La razón de la vida se la das mientras vives: experiencias, sentimientos y hechos.

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