En agosto de 2012 vine a México y en primer momento me di cuenta que amaría este país. En mi primer día de escuela estaba nerviosísima, pero todas las personas fueron amables conmigo y me sentí como en casa. Ahora seis meses han pasado y sólo me quedan cuatro meses aquí, cuando mis papás me dijeron que mi vuelo de regreso a Alemania era el 27 de junio de 2013 empecé a llorar tan sólo en medio año me enamoré de este país y de la gente, no puedo imaginarme una vida sin eso.
Seis maravillosos meses con mis amigos y con mi familia y sabía desde que empezó el año que tenía que aprovechar estos cuatro meses que me quedan. Pensé que sería fácil, que sería como unas vacaciones; estaba equivocada. Al principio no sabía ni una palabra en español, después de una semana con mi familia mi cabeza me dolía y me cansaba mucho más, cuando pude empezar a hablar en español después de cuatro meses todo fue mejorando.
Al principio amaba la comida y quería probar de todo pero después de tres semanas no podía probarla, verla o siquiera olerla sin que me sintiera mal. Después me enfermé mucho, dos veces del estómago. De nuevo me gusta la comida pero fueron tiempos difíciles. Yo pienso que la parte más difícil es adaptarte a una nueva familia porque tienes que adoptar sus costumbres y su forma de vivir. El primer mes llegué a conocer más a cada uno de los miembros de mi nueva familia pero se vuelve difícil.
Cometí errores y mi familia por primera vez enfureció y yo extrañaba mi hogar, después me di cuenta de lo maravillosa que era mi familia y aprendí de mis errores, y qué les disgusta a cada uno en mi familia.
Un año de intercambio no es fácil pero aprendes a luchar por las cosas que quieres, te vuelves más y más fuerte y con confianza en uno mismo, necesitas paciencia y dedicación pero en serio, cada momento es asombroso, tuve mucha felicidad con mis nuevos amigos aprendí muchas cosas sobre mí y sobre la vida. Me enorgullece decir que México ha sido la mejor decisión de mi vida.
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