lunes, 22 de marzo de 2010

Mtra. Leticia León
Profesora de Lenguaje y Literatura

En el boletín anterior escribí sobre los Veinte poemas de amor, pero… y ¿la canción desesperada?
    En Una canción desesperada, Neruda manifiesta la tristeza acumulada por verlo todo perdido, hace saltar del fondo de sus entrañas el lamento que con maestría inserta en el poema, comparándolo con un naufragio en donde todo se va, todo se hunde para no volver, de la misma manera que ella se fue para siempre:
    Todo te lo tragaste, como la lejanía.
    Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! (p. 13)
    Sin embargo, de cierto modo el poeta reconoce que aún la sigue amando y la seguirá amando al igual que después del incendio siguen ardiendo escombros; como una maldición que a pesar de los años y a pesar de los tragos amargos y de la desesperanza, lo sigue, lo acosa implacablemente:
    Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros.
    (...)
    Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
    y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! (p.16-17)
No hay más. Una canción desesperada explica todo su dolor, toda su infinita tristeza. Neruda finalmente se casó con otra mujer (María Antonieta Agennar), pero aún escribe algunas frenéticas cartas a Albertina, en donde vuelven a abundar declaraciones y reproches; el amor lo siguió uniendo a Albertina, como se hace obvio, por ejemplo, con la carta ciento nueve, la antepenúltima escrita a Albertina:
“Puedes escribirme al Ministerio de Relaciones, donde trabajo. Tú sabrás que estoy casado desde diciembre de 1931.
    La soledad que tú no quisiste remediar se me hizo más y más insoportable. Tú comprenderás, si piensas en tantos años de destierro.
    Me gustaría tanto besarte un poco la frente, acariciar tus manos que tanto he querido, darte un poco de la amistad y el cariño que tengo todavía para ti en el corazón”. (Fernández, 1975, p. 374)
    Ciento once son las cartas de amor, que el poeta escribió a la mujer que quizá más amó en su vida. Las ciento once cartas significaron también años de desesperación, de soledad y hastío, de sufrimiento implacable que Ricardo Neftalí Reyes, el hombre, tuvo que soportar con dolorosa paciencia, con la esperanza ardiente de que por fin un día, Albertina se dignara a escribir diciendo las cosas que él quería oírle, diciendo que viajaría a su lado, que aceptaba unirse a él en matrimonio.
    Esas palabras no llegaron, ni tampoco en ellas las frases que podrían haber cambiado su vida y, tal vez, el curso de su producción poética. No fue así, pero las cartas que él escribió sirvieron, en cambio, como material para sus más hermosas producciones, para hermosísimos versos de sus Veinte poemas de amor y el Hondero entusiasta y tal vez le inspiraron y acompañaron para toda su vida.

Neruda, P. (1944). 20 poemas de amor y una canción desesperada. México: Losada.
Fernández Larraín, S.(1975). Cartas de amor de Pablo Neruda. Madrid: Rodas.

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