miércoles, 23 de marzo de 2011

Julieta Arciniega Hernández
     El pasado 31 de enero del 2011, realicé mi experiencia laboral. En Prepa Ibero Veracruz me asignaron al hotel Fiesta Americana. Cuando me enteré, con honestidad reconozco, no estaba feliz, creía que algo malo me esperaba, además me pidieron ir vestida formal, es decir, contrario a lo que yo soy, cosa que no me agrada nada para un trabajo a esta edad.
     El primer día me arreglé lo mejor que pude, creía que iba a estar en la recepción o algo así, pero nada que ver, me llevaron a las oficinas que estaban junto a donde ponen la basura del hotel, nada agradable. Al llegar me dieron una hoja para registrarme y me llevaron a una sala con mis otros compañeros en donde nos tuvieron esperando una hora. Las siguientes dos horas y media fueron una plática con cosas sobre “cómo tratar a la gente hospedada” y “cuántas habitaciones hay en el hotel”, y una hora más firmando hojas y esperando.
     El tiempo que cubrí diariamente durante la semana fue de cinco horas. El primer día me tuvieron esperando, y planchando mi uniforme, fue lo único que me mandaron a hacer. El miércoles por fin trabajé, me pusieron con una empleada de 22 años llamada Aída; mientras ella limpiaba el cuarto. mi compañera Cristina y yo tendíamos camas, y no era cualquier cama, teníamos que cambiar absolutamente todo, eran muchísimas sábanas y cobijas en orden y dobladas de diferente manera por sus diferentes funciones. Si lo hacíamos mal, la deshacían y teníamos que empezar de nuevo. ¡En mi vida había tendidos camas y menos doblado ropa! En verdad fue una tarea cansada, sin embargo y afortunadamente, podía platicar con Aída, quien me contó que estaba ahí porque no pudo conseguir el trabajo de recepcionista porque no hablaba inglés y necesitaba el trabajo, ya que es madre soltera.
     El resto de la semana me la pasé en lavandería, llevando la ropa de la tintorería a los huéspedes, planchando, doblando sábanas, manteles, haciendo los chequeos de lavandería y aunque las actividades no fueron muy placenteras, creo que fue bueno que pasara por esa experiencia, pues ahí conocí a varios muchachos casi de mi edad que trabajaban alrededor de ocho horas al día, que estudiaban los sábados y otros no estudiaban. Entiendo que son gente a la que normalmente no me acercaría para querer ser su amiga pero…

La conciencia
     Me di cuenta de que todos somos iguales, todos somos personas y su trabajo es igual de bueno que el de otros, ponen gran esfuerzo en lo que hacen, no es su culpa no tener las mismas oportunidades que otros, a veces para algunos es imposible estudiar por su nivel económico. Yo poseo bendiciones en mi vida.

El consejo y la despedida
     Al concluir mi semana de trabajo y despedirme de mis compañeros de empresa, varios de ellos me dieron el consejo de que pusiera atención en la escuela para que estudie la carrera que quiera y que no acabe como ellos. Tuve que entregar mi uniforme y firmar por última vez, acepto que me dolió. Fue un momento agridulce, me sentía mal de ver a mis compañeros de empleo, sin poder hacer lo que en verdad querían en su vida: prepararse, esforzándose, trabajando, ganando mil pesos a la quincena.
     “Por ellos me voy a preparar para poder ofrecer mejores condiciones de vida a los otros”.

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