jueves, 12 de mayo de 2011

Enrique Mata
Loma de las Flores es una comunidad rural en la que podrán hacer falta muchas cosas materiales, pero el buen humor y la felicidad se sienten desde el momento en el que llegas. Cuando empecé a conocer a los habitantes de la comunidad me pude sentir parte de ellos, llegó un momento en el que ya no me sentía como un extraño, sino como uno de ellos y pude convivir como tal, dejé a un lado lo que es la ciudad y mis hábitos, y traté de incluirme, lo cual no fue nada difícil, gracias a la bondad y a la buena fe de la gente.
     Creo que el hecho de haber asistido a esta experiencia enriqueció mucho mi nivel cultural, me sensibilizó y me hizo darme cuenta de que no todo está en la ciudad y en las bondades de lo material.
     En estos pueblitos hay un gran corazón dispuesto a recibir a cualquier persona, no importa de dónde venga. Yo, al principio creí que nos iban a ver con desprecio o algún sentimiento así, pero fue todo lo contrario, realmente me dejaron formar parte de sus vidas esos pocos días que estuvimos ahí, y llegué a la conclusión que todos somos seres humanos, no importa si tenemos más o menos, todo está en el corazón y en hacer las cosas de bien.
     Sin lugar a duda, Loma de las Flores sería un lugar al que regresaría, inclusive a vivir, y no exagero, ya que muchas veces me siento abrumado por los problemas que hay en la ciudad, y la paz que ofrece esta comunidad es grandiosa.

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