viernes, 3 de febrero de 2012

Breve historia del ruido barrial
David Alejandro García Sotelo

“Toda persona, sin importar su edad, sexo o condición de social,
puede beneficiarse de la música”
Aury Tovar – Musicoterapeuta venezolana

     Casi todos nosotros hemos escuchado hablar de la cumbia. Este género musical arraigado en el gusto popular que, en primera instancia, se le adjudica a las clases bajas y se reproduce en los circuitos barriales de muchas ciudades latinoamericanas. Junto con la cumbia, existe una gran variedad de estilos musicales que expresan el sentido del ritmo y de la dimensión estética de miles de personas que encuentran en la cumbia y sus variantes, un elemento constituyente de sus procesos de percepción de la realidad, de su estructura moral y valorativa, así como de su sentido del gusto y la asimilación estética del mundo.
     Existe una dimensión discursiva y otra corporal que van de la mano con la producción y consumo de la cumbia. Baile y palabra se funden en un mismo proceso de apropiación del espacio y despliegue del gusto musical: salsa, merengue, vallenato, cumbia andina, cumbia vishera, cumbia ecuatoriana, peruana, colombiana, cumbiatón, bachata, norteña, cumbia sonidera, cumbia “de estilo” y mambo, entre otros tantos géneros musicales; tienen un aspecto en común: proveen de la cadencia y ritmo necesario para provocar, a nivel orgánico e inconsciente, una serie de estímulos musculares que conducen al natural movimiento rítmico de los cuerpos. Este dato no es nada nuevo, se sabe que las ondas musicales de baja frecuencia promueven una serie de estímulos neuronales que permiten relajar músculos y producir sustancias como la dopamina, que sirve como relajante natural del cuerpo humano, lo cual nos hace sentir placer y una sensación de bienestar. En un estudio realizado por la McGill University de Montreal en 2010, se concluyó que la música actúa con la dopamina y otras sustancias químicas “a través de muchas funciones: influye en el comportamiento y la cognición, la actividad motora […], el sueño, la atención, el aprendizaje, el humor y el bienestar” […] “la música permite el desarrollo de la atención, la imaginación, la capacidad creadora y estimula la habilidad de concentración, junto con la memoria” (Sabogal, 2011).
     El elemento primordial a tomar en cuenta en relación con la cumbia y sus derivados musicales, es el bajo. El bajo es el aspecto primordial que sirve de base y guía, produce frecuencias que pueden ser imperceptibles para el oído humano, pero provocan una serie de procesos orgánicos y neuronales que resultan beneficiosos para las personas que los perciben. La cumbia, junto con sus derivaciones, no es el único género musical que encuentra su soporte rítmico en el bajo. Esta característica la comparten diversas expresiones musicales que han adaptado su producción musical a partir de distintos contextos históricos y culturales, pero tomando como referencia básica las escalas del bajo. Desde aquí es posible hablar de una “cultura del bajo” (bass culture), heredada básicamente por la tradición musical africana basada en las percusiones y escalas “bajas”. Los grandes procesos migratorios (involuntarios en la mayoría de los casos a razón del proceso de colonización y extracción de esclavos) desde el África negra a nuestras tierras, permitieron la propagación, hibridación y ejecución de docenas de derivaciones musicales que fueron tomando cauces distintos según su adaptación a los suelos americanos: en el caribe y el resto de Latinoamérica no sólo adoptamos a los trashumantes negros y su riquísima y vasta cultura; nos arraigamos de su cosmovisión, de su sentido de la vida y de sus expresiones artísticas, entre ellas, la música. De tal manera que la cumbia, el vallenato y la salsa (insisto, entre muchos otros géneros) comparten, en gran medida, diversos aspectos técnicos y rítmicos con géneros como el jazz, blues, drum & bass, dub, dubstep, reggae, rocksteady, calipso, ska, hip hop, tribal, swing y rock & roll, por mencionar algunos.
     ; Hay muchos más elementos a tomar en cuenta en relación con la producción musical popular y la bass culture. Los contextos socioculturales en los que se produce y consume la música popular/barrial (1) parecen encontrar un común denominador en cuanto al sentido de marginación y clase que conllevan, esto sin tomar en cuenta, la consigna del “gusto” como mediador de las relaciones de clase. Incluso, los procesos de organización social, así como el establecimiento de redes de relaciones y prácticas sociales relacionadas con la música popular/barrial en diferentes contextos sociales, hablan de un sistema de expresión artística (a nivel discursivo y rítmico) compartido por diversas sociedades en distintos países. Ejemplo de esto son los sonideros mexicanos y su fenómeno análogo jamaiquino: los soundsystems; lo cual será abordado con mayor precisión en la siguiente entrega.

     (1) A partir de este momento me referiré a “música popular/barrial” haciendo alusión a la expresión musical desarrollada en contextos socioculturales de las clases bajas, no importando la derivación geoespacial, ni los subgéneros derivados de la mezcla de ritmos. De esta manera, la música popular/barrial hace referencia a la cumbia con sus derivados, así como a otras producciones musicales como el reggae (incluyendo sus numerosos subgéneros), la salsa, merengue, vallenato, mambo, etc.

Referencias:
  • Cumbia. (2012, 17 de enero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 14:19, enero 17 2012 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Cumbia&oldid=53093962.
  • Chris, K. (2010). “Health and playing the bass guitar”. Talkbass. Consultado el 17 de enero de 2012 en http://www.talkbass.com/forum/f22/health-playing-bass-guitar-689398/
  • Sabogal, G. (2011). “La música como tratamiento para mejorar la salud”. Musicoterapia y Psicoacústica. Consultado el 17 de enero de 2012 en http://musicoterapiaypsicoacustica.blogspot.com/2011/02/la-musica-como-tratamiento-para-mejorar.html
  • Sabogal, G. (2011). “Musicoterapia y la emoción de la música”. Musicoterapia y Psicoacústica. Consultado el 17 de enero de 2012 en http://musicoterapiaypsicoacustica.blogspot.com/2011/05/musicoterapia-y-la-emocion-de-la-musica.html
  • Veal, M. (2011). Dub: Soundscapes and shattered songs in jamaican reggae (Music culture). United States: Wesleyan University Press

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