viernes, 21 de septiembre de 2012

Rolando Maroño Vázquez

      Hace seis meses sabía que el día en el que tuviese que escribir mí último artículo para nuestro boletín llegaría y tenía que estar preparado, lo cierto es que seis meses me parecía mucho tiempo y alejé ese tema de mí. Hoy tomo mi libreta y mi pluma hecha de una rama de un árbol y me dispongo a escribir esto, mi último artículo.
      Quizás sean pocas las personas que entiendan, pocas serán las personas que sientan cuánto significa esto para mí, cuántos sentimientos se arremolinan dentro de mí al escribir mis últimas líneas para este proyecto.
      Desde que inició el boletín he tenido el gusto de participar continuamente, he escrito todo tipo de cosas, microcuentos, poemas, reflexiones, etc. Todos mis escritos tienen algo ficticio, algo real, algo mío. Pero para este último escrito quiero desnudar mi alma, quiero que al leerlo sientan que me conocen, quiero dejarles un pedacito de mí.
      Nunca me he visto en la situación de tener que escribir un último artículo, pero pensé que sería bueno compartir un poco de mi experiencia, compartir lo que siento y, al final, agradecer por esta oportunidad.
      Hace tres años yo no sabía que podía escribir. Hace tres años, las cosas que me sucedían, las cosas que me afectaban, las guardaba en una pequeña cajita dentro de mí, la caja se llenaba y al no poder vaciarla, me lastimaba. Una noche mi mamá me dijo que si no podía expresar lo que sentía, tenía que escribirlo. No recuerdo qué fue lo primero que escribí, pero de seguro no era algo hermoso, o gramaticalmente perfecto, porque a escribir se aprende escribiendo.
      Después de un tiempo me di cuenta que eso de escribir no se me daba tan mal, y también me di cuenta que me gustaba hacerlo, en las hojas de papel imaginaba, creaba, me liberaba, gritaba, en las hojas de papel vivían recuerdos, personas, creaciones, etc. Al escribir podía vaciar mi cajita, y no sólo eso, algunos amigos, al leerme, también se liberaban, compartíamos los sentimientos y juntos nos liberábamos de ellos. Me di cuenta que mis escritos no sólo podían ayudarme sino también a los que me rodeaban.
      Con la ayuda y el cariño de mi maestra de Lenguaje y Literatura, Lupita Campos Jiménez, pulí mis escritos, descubrí otros estilos y crecí, no sólo como escritor sino como persona, como compañero, como amigo.
      Hace unas semanas, me preguntaron ¿Escribes para ti o para los demás? Y en ese momento no supe responder. Aún hoy soy incapaz de responder, a veces para los demás, a veces para mí, lo importante es lo que cada texto representa para mí, el por qué lo escribí, qué significa, etc.
      Ahora sólo me resta agradecer, agradezco el apoyo de la maestra Lupita, al Consejo Editorial del boletín Expresionesj por la oportunidad de salir en sus páginas. Agradezco a todos los demás escritores por sus hermosas palabras, a las reflexiones y los cuentos de Lucía Rodríguez Zeledón, a la columna variada de Mildred Rivera, a los pensamientos y opiniones de Luis Cuevas, Aldo Vázquez y Camila Ferré D’Amaré y a todos mis compañeros de Veracruz. Gracias a todos por obsequiarnos con sus palabras y sus sentimientos, gracias por hacer de este boletín un gran boletín.
      El haber podido escribir fue una oportunidad que hoy valoro muchísimo. Espero que este año más alumnos acepten la oportunidad que se les brinda y adornen estas páginas con sus palabras y vivencias.
      No olvidemos que a escribir se aprende escribiendo y a leer, leyendo; no basta escribir y leer para lograr una nota, leer y escribir cobran sentido cuando eres capaz y te permites transformar tu realidad y la de los otros.

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