viernes, 5 de octubre de 2012

  Lida Gabriela
  

¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar cómo sería nuestra vida si no tuviéramos a nuestros padres cerca de nosotros o si hubiéramos tenido que pasar por muchas dificultades para jóvenes de nuestra edad? ¿Cómo sería nuestra vida si todo el tiempo fuéramos rechazados y buscáramos una identidad?Éstas son preguntas que, por lo menos yo, jamás me había preguntado hasta que empecé a convivir con personas que vivían de estas preguntas.En Petaluma, California, un pequeño poblado de Estados Unidos, hay una gran cantidad de inmigrantes, mucho legales pero también muchos ilegales, que han pasado por cosas que jamás me hubiera imaginado. Un día, estando en la clase de español, nos tocó presentar una autobiografía; yo ya sabía perfecto de lo que iba a hablar: de mis amigos de Puebla, de mi familia, etc., nada con alguna relevancia en especial. Ya estaba lista para presentar cuando de repente empecé a escuchar a mis compañeros decir, “mis papás cruzaron la frontera caminando y se tardaron tres días bajo el rayo del sol y cuidándose de la “migra”, o “mi mamá se pasó en un coche, escondida junto al motor y llegó toda quemada”. En ese momento entré en shock y dije, “en mi vida me lo hubiera imaginado”. Al pasar de los días fui escuchando más historias y, un día, una compañera me empezó a contar cómo sufría cada vez que los policías de migración iban por donde estaba la comunidad de latinos y entraban a las casas sin ningún permiso, nada más entraban y ella veía cómo sacaban a los papás de sus compañeros y muchas veces a sus compañeros, y el temor que tenía de que a ella le pasara lo mismo, el temor con el que vivía todos los días. Me contaba que si los regresaban, ¿qué iba a hacer en México, de qué iban a vivir ella, su mamá y sus dos hermanas?, que toda su vida estaba en Estados Unidos y que en México lo único que le quedaba era familia lejana, nada más.Las famosas gangs  (bandas) de jóvenes de nuestra edad, se matan por querer encontrar una identidad, muchas veces la mayoría son rechazados por los anglosajones por cualquier razón: que si les dicen que son ilegales, que se regresen a su país, que no saben hablar inglés… Muchas veces saben que no van a poder ir a la universidad porque no tienen derecho a ninguna beca y no tienen el dinero para pagar una universidad, son jóvenes que buscan una identidad que no tienen porque ni son de aquí ni de allá, entonces, entrar a estas bandas los hace sentirse parte de algo.Un día me dijeron, “¿qué podemos esperar de nuestro país, nuestro hogar, donde jamás nos dieron nada, nos mantenían en el olvido, cómo pretender regresarnos a un lugar donde no somos nada ni nadie?”. En ese momento me puse a pensar que sí tienen razón, cuando nosotros nos ponemos a pensar en todos aquellos que tienen que dejar su vida, su familia –porque aquí simplemente pues no hay trabajo—, ¿cuándo hemos buscado ayudarlos, proponer leyes que los protejan? Y nosotros mismos, como jóvenes, podemos hacer algo: nuestra voz cada vez es más fuerte y aun viviendo en México y ellos allá, yo, en lo personal, creo que podemos hacer mucho y no dejarlo así, pensando “pues qué más me da, a mí no me está pasando” Pero,  ¿qué sería de nosotros si tuviéramos que pasar por eso? ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Qué haríamos si nuestros papás se tuvieran que ir y nos dejaran para darnos una mejor vida, la que ellos no pudieran tener? Siento que, como sociedad y como jóvenes, para ver el cambio que necesitamos, tenemos que empezar a ser el cambio y alzar la voz, aunque no nos afecte directamente.
     

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