viernes, 25 de enero de 2013

Valeria Corona

Existe un contrato social entre el gobernante y los gobernados.
Si el primero viola el pacto original, el pueblo tiene el derecho a cambiarlo.
Jean Jacques Rousseau

En el mes de septiembre, me pareció importante repasar los factores que dieron pie al inicio de la guerra de Independencia. Lo curioso es que ni los papeles ni el libreto, exceptuando los nombres, han cambiado en los últimos doscientos años. Uno de los puntos clave de este momento de nuestra historia es el movimiento de Ilustración y la Enciclopedia.
      Sucede que este fue un movimiento de influencia intelectual que se difundió por Europa en el siglo XVIII. Se pensaba que si el padre de la física clásica, Isaac Newton,  descubrió las leyes de la Naturaleza, los ilustrados podrían encontrar las que rigen a la Sociedad Humana.
Voltaire, Denis Diderot, Rousseau, Montesquieu, Carl von-Linneo, Lavoisier, Buffon, fueron algunos de los exponentes de este mar de ideas que sacudieron a la vieja Europa consiguiendo hacer pensar a la gente de otra manera, reflexionar, inventarse nuevas teorías.
      Proponían, según el libro de Editorial Patria, Historia 2, cambiar el mundo con el desarrollo de la tolerancia, de la ciencia, base en la razón humana, oposición a la ignorancia, soluciones racionales y no religiosas a los problemas sociales, que no hubieran juicios de valor, etcétera, pero sobre todo, la protección de la propiedad individual, la obligación al gobierno de proteger los derechos humanos como el derecho a la vida, libertad e igualdad así como la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
      Estas grandes ideas llegaron a México gracias a que algunos funcionarios, aristócratas y el clero, en este caso los jesuitas, empezaron a cuestionar creencias y costumbres en la Nueva España y comenzaron a promover la educación que causaría el despertar de la sociedad por un cambio que se necesitaba urgentemente como dice en el libro de Historia 1, Editorial Patria.
      La Ilustración, así como otros acontecimientos en el extranjero, contagiaron al pueblo mexicano de levantarse y luchar por ellos mismos, por la causa, por lo que es justo para todos. Hoy en día sucede algo similar.
      Otro año de festejos del 15 de septiembre, pero ¿realmente tenemos algo que celebrar? Aun cuando muchos piensen que sí, dice Octavio Paz que el mexicano se siente mexicano sólo en estas fechas, olvidando todo lo demás (Cfr. El laberinto de la soledad). ¿Qué es todo lo demás? Si bien un porcentaje de la población tiene posibilidad de hacer uso de ciertos servicios básicos, hacer valer sus derechos, cumplir con sus obligaciones honestamente, entre otras cosas, estos no son la mayoría.
      Es preocupante que aunque se haya luchado, la sociedad no tenga claro el porqué de las cosas, así como un objetivo claro y establecido de proyecto de nación que nos haga ser conscientes de lo que se está buscando para lograr un bien común.
Si la juventud no descubre la voz que tiene para exigir que las cosas se hagan de otra forma, incluyente, justa, digna, respetuosa y estructurada, entonces no habrá valido la pena estudiar, graduarse, obtener un posgrado, trabajar o irse a vivir a otro país cuando lo que dejan atrás está hundido sin esperanza de ser reconstruido con nuevas y mejores soluciones a los problemas actuales.
      ¿Realmente somos independientes? Creo que no por muchas razones, y entre ellas la más grande y poderosa es que no nos hemos decidido a serlo, no hay voluntad ni ganas. ¿Es que necesitamos de nuevo  periodo de Ilustración para darnos cuenta de que necesitamos esa revolución ideológica?
      Quisiera pensar que no, que tenemos lo necesario para llevarla a cabo, y si no, seguir trabajando para que lo que haga falta nos llegue a todos. Escribir esto es una manera de hacerlo.

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