viernes, 12 de abril de 2013

Abraham A. Sánchez Lima

Es imprescindible cerrar los nexos al socializar la información, las experiencias. Por ello, en vista de enriquecer la convivencia entre los alumnos de la preparatoria, se llevó a cabo el segundo Campamento Ibero en un entorno pleno de tranquilidad y nulos distractores, que fungieran como motor para eficientar las actividades.

Y fue la Central Camionera de la capital del estado que vio llegar poco antes de las ocho de la mañana a los campistas, quienes empezaron a colocarse por equipos para abordar posteriormente los dos camiones previstos para la ocasión. En cerca de una hora y media se consumó el vertiginoso viaje.

Ya provistos de equipajes empezaron a erigir sus casas de campaña, desde el inicio hubo prestancia y colaboración por parte de los compañeros que se sumaron con gusto a esta fructífera experiencia en el Parque Ecoturístico Piedra Canteada, perteneciente al municipio de Nanacamilpa, en el estado de Tlaxcala.

Empezamos a enlazar una buena dinámica cuando recorríamos los senderos donde se preservan ciertas especies animales y vegetales, incluso hubo quienes atestiguaron ver un venado.

No obstante, regresando del recorrido por los linderos del campamento, ya empezaba a afectar el hambre, por tanto, se dio un encuentro distinto en el que ya debían llevar confeccionados los alimentos, dejando alto el listón para la cena.

Fue cuando empezaron a propagarse actividades, cómo la de “los fuertes”, que probaron la fuerza táctica y física de los equipos con los cuales la dinámica resultó exitosa.

Y no era para menos que en el irregular terreno se fuera la luz, que perduraba en los asistentes al campamento, dispuestos a afrontar la espontaneidad que les proveía el encuentro con la naturaleza.

En el marco de las actividades hubo heridos, mismos que los paramédicos pudieron atender.

Una noche en la que perduraba el ambiente de solidaridad y recíproca colaboración. Entonces, sólo las manos de los artistas culinarios terminaron por consumar el hambre de maneras tanto fortuitas como algo aflictivas. Unos equipos mejor librados que otros por los jueces.

Y ya entrada la noche, cuando empezó a calar hondo el frío, se encendieron las fogatas, que acompañadas de cánticos y chascarrillos desataron las risas y las muestras involuntarias de su carisma y personalidad.

Con un frío desmesurado se retiraban a descansar, el sereno llevaba en el nombre aquella imperturbable quietud que transmite calma, pero también tempestad. Y al compás de la madrugada, las guardias previamente organizadas desempeñaban sus funciones.

También con frío, iniciamos funciones a las seis la mañana. Despertaban uno a uno los compañeros, algo sorprendidos de ver la escarcha impregnada en la lona de la tienda de campaña. Ya echándole habilidad después del clima que atemperó los nervios incluso a quienes no pudieron conciliar el sueño.

Con la fulgurante posibilidad de cuajar la victoria, pero con el cuerpo ya cansado se iba terminando una de las actividades más interesantes con las que inicia el semestre.

Levantamos las casas, que, a merced del frío, nos acogieron para, posteriormente, desayunar, actividad que precedió a las dinámicas que prepararon los líderes. Finalmente la premiación fue el colofón para que ascendiéramos a los autobuses y regresáramos a nuestros hogares.

Resultó triunfador el equipo verde, comandado por Natalia Villa y la sublíder Adriana Kong, que en próximas fechas, junto con su equipo, estarán disfrutando del ansiado premio, el mérito al trabajo colaborativo.

No hay perdedor, salvo el que no piensa en la posibilidad mínima de triunfar. Por ello, con la tesitura de aires diferentes y latentes posibilidades humanas confirmamos lo ya dicho: somos capaces con, por y para los demás.

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