martes, 10 de septiembre de 2013

Mtra. María Guadalupe Campos Jiménez


Cuando la vida esté detrás
de cada uno de nosotros
es necesario dejarla que nos
alcance, es bueno que nos seduzca,
que nos implique, que
nos traduzca el amor.

Cuando la vida nos tome de la
mano y nos enamore para ser
nuestra compañera digámosle
sí, escuchemos cómo nos
habla a través del viento, por
medio del olor del amanecer
en el bosque, dejemos que
dialogue con nosotros con la
voz y el acento de los otros.

Cuando la vida nos alcance
y nos ruegue y nos
quiera llevar con ella no abandonemos
su súplica, vayamos
tras sus sueños, vayamos hacia
la libertad que ella implica.

Cuando la vida nos diga
vamos y nos abra los senderos,
démonos una tregua y no
abandonemos el sendero…

Cuando la vida nos mire
sonriente y exhale amor en
nuestra frente, dejemos que su
aliento nos envuelva y nos deleite.

Cuando la vida sea nuestra
sombra, sintámonos vivos,
seamos unos con otros, puentes,
brazos, columnas, seamos
su mejor acierto.

Cuando la vida se nos
ofrezca no neguemos su nobleza,
prestemos nuestros talentos
a su naturaleza, para
servir y servirnos, para llenar
nuestra historia, de bondades
y grandezas, de sueños, de
ausencias y de emociones de
dolor y plenitudes, de éxitos y
sinsabores, pero volviendo los
pasos siempre a su espera.

Cuando la vida nos alcance
estaremos vivos por
siempre en lo grande e infinito
en la plenitud de los tiempos.

Cuando la vida nos alcance
tomémonos de la
mano y con la belleza del cisne
y la alegoría del colibrí seamos
luz y destello para los que
arriban con prisa y a la vida le
dan tumbos.

Cuando la vida a ti te alcance
no te escondas, sé su
amigo, sé su amante y da gracias
al creador porque entonces
estarás vivo para cuando
la vida a ti te alcance.

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