martes, 27 de mayo de 2014

Valeria Corona
    
“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda,
y cómo la recuerda para contarla.”
    
     ¿Será que a las generaciones más jóvenes ya no nos tocaron los intelectuales en su mero punto? Nos tocaron grandes, cansados; ya vivieron lo que tenían que vivir y ahora nos dejan su obra para llevarlos siempre en la mente y el corazón.
     Esta vez Gabo, Gabriel José de la Concordia García Márquez, murió en la Ciudad de México el pasado 17 de abril. Se trató de un grandísimo escritor, editor, guionista y periodista que nos alimentó, principalmente a los latinoamericanos, de fantasías e historias inspiradas en este continente, su gente, sus costumbres así como la crítica social y la política.
     García Márquez fue parte de la generación nueva de escritores que realizaron una serie de obras que caracterizaron a Latinoamérica como en ningún otro momento de la historia; un movimiento que dio una identidad al pueblo que ha sido dominado por el extranjero desde el inicio de los tiempos y que ahora levantaba en alto su voz y se hacía escuchar en todo el mundo; les tocaba a ellos, los lectores de los clásicos norteamericanos y europeos, imaginarse cómo son las cosas de este lado del mar. Este movimiento, el Boom Latinoamericano, tuvo representantes en todo el continente y mezclaba el realismo mágico con la crítica social del momento.
     Gabo escribió Cien años de soledad, El general no tiene quien le escriba, Memorias de mis putas tristes, entre otras muchas obras que denotarán, hoy y siempre que sea leído, la capacidad de imaginación y narración de las mismas.
     Apoyó también a los movimientos de emancipación política y económica como la Revolución Cubana, entre otros.
     Ojalá que a los que no nos tocó la juventud de quienes hoy comienzan a irse y sólo podremos charlar con ellos por medio de sus libros, los cultivemos y fomentemos en las nuevas generaciones que están y que vienen, pues sería muy triste perder lo que en una vida se construyó con tanta vocación y amor por la vida en este continente, por la cultura, por la sociedad.
     Hasta luego Gabo, buen viaje a Macondo.
    

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