jueves, 31 de julio de 2014

José Rafael de Regil Vélez
    
     Termina el ciclo escolar 2013-2014, dos semestres de labor que merecen ser coronados con una ponderación sobre la tarea que nos convocó durante diez meses: la de la formación de mujeres y hombres capaces para los demás, en un mundo que requiere una comprensión global humanista, capacidad de liderazgo, competencia para comunicar, pensamiento crítico para dar razón mucho más allá de las explicaciones instrumentales de las cosas.
     Seguramente hay enormes esfuerzos en las preparatorias de la Universidad Iberoamericana Puebla: los profesores se han esforzado por planear su ejercicio docente como la creación de condiciones para el aprendizaje de los alumnos, los acompañantes de los académicos han dialogado con ellos para ir configurando una manera de actuar cada vez más ignaciana.
     Los estudiantes participaron en proyectos, exhibieron los productos de su labor cotidiana, reafirmaron o conformaron hábitos para el trabajo serio que supone su formación humana integral.
     Los directivos velaron por las condiciones informáticas, infraestructurales, humanas que permitieran la corresponsabilidad en el proyecto.
     Con todo ello en el bolsillo viene el momento de hacerse preguntas serias para que la ponderación del año lleve a algún lado: ¿ha habido un plus en nuestros quehaceres?, ¿somos capaces de trabajar realmente en equipo, como anuncio de que un hombre solidario es posible? ¿Realmente podemos dar razón de nuestros puntos de vista de la realidad después de leer, tener contacto con problemas sociales concretos, releer y dialogar, como nos piden los prepósitos generales cuando nos dicen que no quieren personas que sientan feo porque hay personas con desventaja, sino que entendamos seriamente, con capacidad crítica reflexiva y contemplativa a fin de que podamos dejar un granito de arena contundente? ¿Tienen nuestras presentaciones el nivel de exigencia académico que permita saber que de nuestros bachilleratos egresan ciudadanos que ya son capaces de sumarse a la construcción de una sociedad que avanza hacia la justicia y la dignidad? ¿Es nuestra actitud dispuesta a siempre un "algo más" que es exuberancia vital?
     Un paso más: ¿estamos haciendo lo necesario como comunidad educativa para ser signo de que es posible ser hombre y mujer como el evangelio nos invita? ¿Hay equipos de docentes vertidos en su crecimiento personal?
     Estas y más preguntas afloran al concluir un ciclo escolar... ¿qué podemos hacer con ellas para ser las mejores preparatorias Ibero que estamos llamados a ser? El verano es tiempo propicio para la ponderación de todos y cada uno: administrativos, académicos, estudiantes.

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