martes, 23 de marzo de 2010

Lic. Dante Ariel Aragón Moreno
Profesor de Ciencias Sociales
En una era tan crítica como la actual, de mayor interdependencia y complejidad, se requiere de igual manera, de una concepción compleja de la política (1), es decir, una concepción que dé cuenta justamente de la posibilidad siempre abierta de formas diversas y nuevas de organización, lo que no querrá decir que se agote la política, sino una forma de hacer política, pues se hace necesario pasar de una concepción jerárquica a una heterárquica, es decir, ir más allá del reducto institucionalista que nos inmoviliza en el espacio de los meros espectadores, a una concepción más amplia, un poco más equívoca, pero con límites, y que nos permita pasar ahora a cada uno de nosotros a la tarea de actores, sobre todo con la conciencia de que la abarcabilidad es un privilegio del poder como relación (fortalecimiento de la dimensión ciudadana).
    Es evidente que dada la breve extensión de este apartado no se pretenderá, ni mucho menos, dar una concepción exhaustiva del concepto política, sino más bien dar a entender la indeterminación del concepto (manifestada en su historicidad, complejidad y multivocidad) como de algunos elementos que parecen ser (aunque sea fragmentariamente) propiamente característicos del espacio de la política. De cualquier manera, las características enunciadas deben resultar suficientes para entender la cara de Jano de la política, es decir, tanto su carácter complejo o claro-oscuro (Castoriadis), como su aspecto teórico-práctico (Aristóteles). De hecho, para algunos como Hannah Arendt, la política se volverá un asunto vital, dado que aquello que está en juego es el mundo (Arendt), el cual remite inmediatamente a la pluralidad de los hombres.
    El término política se ha definido de diversas maneras según el contexto histórico. Así, existen desde las interpretaciones que ven en la noción griega una concepción que no diferencia entre lo político y lo social, o interpretaciones que ven en Maquiavelo un intento de autonomización de la política (pues se dice que se le separa de la moral), hasta concepciones contemporáneas, que en el contexto masificador de la democracia (vertiente horizontal), plantearán –sin duda- una democratización de la misma política. Por otro lado, y no menos importante, se encontrarán otras concepciones, como las estáticas, propias de la elite en el poder, o en cambio, las de lucha o conflicto, desde las visiones de los que institucionalmente carecen de poder. De manera que para unos la política pueda ser puro consenso, y para otros mero conflicto.
    De esta manera y en un primer momento parece ser que lo que caracteriza a la política, es el hecho de encontrarse entre el conflicto y el consenso, o entre “polis” y “polemos” (Monedero, 2006). Así pues, lo que se busca finalmente en política es el mantenimiento o, en su caso, la re-constitución del tejido social, para lo cual se ha de necesitar, si es que se es democrático, en tanto respetuoso de la diferencia, de la búsqueda de elementos comunes. La política,entonces, es vista como “constructora de sociedad”.
    Finalmente, de acuerdo a Nicolás Tenzer, “no existe un cuerpo social unido sin conciencia y razón comunes, sin la convicción compartida por todos los ciudadanos de que es aquí y ahora, mediante una discusión colectiva, cuando se está construyendo el porvenir, y de que el hombre, solo, no puede hacer nada” (Tenzer, 1992, 105).
    La política vista de esta manera, más allá de relacionarse con el hecho de la dominación, tiene que ver también y primordialmente con el diálogo, es decir, con el otro que me sale al encuentro y con el que vislumbro la insustituible posibilidad de transformar de manera mínima la realidad a través de una acción, que si bien estará infinitesimalmente abierta al fracaso, no dejará de demostrar esa grandeza trágica del ser humano en su perenne búsqueda individual y colectiva de auto-trascendencia.
   
    (1) Lo que supone una manera diferente de interpretar la realidad, un proceder de hermenéutica que sea más complejo, articulador, que privilegie la diversidad, y que como criterio no sólo utilice el diálogo por el diálogo, sino que lo coloque en su justa dimensión en tanto síntoma (dimensión pragmática) derivado del aspecto sintáctico (coherencia entre signos) y semántico (con referente, en la realidad, incluso es propio de la política caminar a través de caminos que apuntan a ideales regulativos, pero sin salirse de la realidad), véase Beuchot, M. (1997). Tratado de Hermenéutica Analógica. México: UNAM.

REFERENCIAS
Arendt, H. (1997). ¿Qué es la política? España : Paidós.
Bobbio, N., Mattecucci, N. y Pasquino, G. (2000). Diccionario de Política. Brasilia: UNB.
Innerarity, D. (2002). La Transformación de la política. Barcelona: Peninsula, Ayuntamiento De Bilbao.
Monedero, J. C. (2007). Disfraces del Leviatán. México: Ibero Puebla-BUAP.
Sartori, G. (2002). Elementos de teoría política. Madrid: Alianza.
Sartori, G. (2003). ¿Qué es la democracia? Madrid: Taurus.
Tenzer, N. (1991). La Política. París: ¿Qué sé?
Vallés, J. M. (2003). Ciencia política: una introducción. Barcelona: Ariel.

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