jueves, 7 de octubre de 2010

Arturo Chávez
III semestre

Pensaré en ti cuando dé mi grito de libertad e independencia…
A todos los inocentes asesinados y cautivos…
A Juan Rulfo, por dejarme entrar en sus líneas
y encontrar allí nuestra propia historia

Hace quince años estoy guardado como un delincuente en esta cárcel, sí, dicen que llevaba en mi morral yerba mala, y yo, yo ni la conozco... la única que recuerdo es la que tapizaba la tierra que nos dieron en Talpa, o en la tierra de Anacleto Morones o en Luvina, sepa Dios dónde… mi hijo dice que los abogados esos de los derechos de los hombres le dijeron que pronto saldré de aquí, la verdad llevan diciendo eso desde hace quince años…
    La verdad es que somos muy pobres y, desde que mi hijo mayor se fue para el norte, sólo he tenido tragedias; pero no sólo yo, sino todos los que estamos olvidados en estas celdas, según dicen afuera, el gobierno lucha por las diferencias sociales, yo me pregunto, ¿cuáles? Tan sólo recuerdo la noche que dejaron sólo a Pancho, mi único y fiel amigo de estas sombras, en la frialdad de ese cuarto. Lo violaron en su celda los malditos gendarmes, él mismo me lo contó poco después, todo lastimado y ofendido y, con lágrimas de hombre en los ojos, me repitió: acuérdate del hombre de corbata azul, sólo nos mintió, nunca saldremos de aquí. Y seguro estoy, como ustedes, que no me engañó. Los guardias lo mataron, ayer lo enterramos: Pancho se suicidó urgido de no seguir vivo, fue como el día del derrumbe de nuestros sueños de quedar libres, pues junto con él se marcharon las ganas de querer estar vivos…
    Hoy volvió mi hijo... ¡Mañana papá, mañana quedarás libre!
    Llevo quince años escuchándolo, y él quince años repitiéndolo… tengo setenta y cinco años, mis ojos ya no ven y mis orejas se han cerrado, qué me queda… pero vayan ustedes, ustedes que saben de mi inocencia y díganle al gobierno y a los de Derechos Humanos, ¡Díganles, pídanles que no me mate!

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