jueves, 7 de octubre de 2010

Fátima Lara Rocha
Alumna de 5°E
 Área Económico Administrativa

¿La vida que vivimos es la que realmente queremos?
    Decidí empezar con esta pregunta porque al voltear a ver a mi alrededor encontré muy pocas caras felices, casi ninguna tenía una sonrisa sincera en su rostro.
    Las personas ya no saludan, dejaron de pedir permiso, nadie te voltea a ver, no hay nadie que te escuche, nadie tiene un gesto amable contigo, te hacen a un lado porque simplemente a la gente ya no le importa la gente. Entonces qué es lo que le importa, en qué momento sacamos a las personas de nuestra vida, a qué cosa nos vendimos.
    Las personas están llenas de cosas materiales, sus metas son para conseguir logros monetarios, la vida que llevan es de una constante lucha entre ellos mismos, sin importar por encima de qué o de quién pases. El poder y el dinero nos están pisoteando.
    Todo esto genera un gran desequilibrio que se nos está saliendo de las manos. Este desequilibrio ya no sólo es entre las personas, ya no se trata de sólo clases sociales, ahora también estamos ocasionándolo en el mundo, en nuestro hogar, en el lugar que vivimos y nos pertenece.
    El constante consumismo en el que vivimos, obliga a las empresas a aumentar su producción. Pero ésta realmente no nos está ayudando en nada. Creemos que le estamos dando trabajo a más personas, que podrán tener nuevas oportunidades; pero al aumentar la producción de un producto, el número de horas de trabajo de una persona, por consecuencia también sube, por lo que el cansancio se agranda y el tiempo con su familia y amigos disminuye. Así que estas personas, al sentirse culpables por descuidar a los que quieren, tratan de compensarlo con cosas materiales, queriendo llenar el vacío que están ocasionando. Pero, ¿creen realmente que una hija prefiera una laptop a pasar más tiempo con su padre?, ¿de verdad piensan que una esposa le gusta más presumir su nuevo collar que ir a cenar con su esposo? Al principio parece que sí, ¿a quién no le ha pasado? Nos emociona tener cosas nuevas ya que con éstas llega un nuevo status social y nuevos amigos, pero ¿en serio crees que esto te sirve de algo?
    Y esto sólo es a nivel social. Como les decía anteriormente, ahora no sólo se trata de las personas, sino también de lo que le estamos haciendo a nuestro mundo, ya que al aumentar la producción, obviamente se necesita un incremento de materias primas, las cuales la mayoría del tiempo no son renovables y las empresas no hacen nada por tratar de recuperarlas. Durante años nos hemos pasado robándole cosas a la naturaleza que no nos pertenecen, se nos hace fácil talar árboles para construir nuestra sala, creemos que no pasa nada si tiramos nuestros desperdicios o la basura química de una empresa al mar, las ciudades cada vez crecen más y donde antes había un bosque ahora sólo hay casas y negocios, donde era el hogar de miles de animales e insectos ahora es nuestro hogar; ¿con qué derecho estamos haciendo todo esto, por qué creímos que al estar aquí todo esto nos pertenecía y podíamos hacer con ello lo que quisiéramos? ¿Cómo reaccionarías si un día despertaras y descubrieras que entre tu casa y la de tu familia y amigos construyeron una carretera por la que es imposible pasar, ya que corres un gran peligro de morir aplastado? No tenemos que ir muy lejos, claro está: el muro de Berlín, sólo que a un animal le es imposible rebelarse de esa manera contra una barricada. Lamentablemente todo tiene consecuencias, y nuestros lujos y comodidades van a salir muy caros; la naturaleza ya empezó a reclamar lo que por derecho le pertenece, ¿se lo vamos a poder entregar de la misma forma que ella nos lo dio? Por supuesto que no, y ahora nos toca sufrir a nosotros.
    No, no estoy diciendo que dejemos de ir de compras, no te digo que vayas y regales todas tus cosas a las personas que les hace falta, no te estoy pidiendo que te olvides del dinero y vivas de lo que te da la naturaleza, porque simple y sencillamente el mundo no funciona así. Todos hemos sentido un inmenso placer al traer el coche del año, al usar el aparato telefónico que todos quieren, al ir de compras y acabar con todos tus ahorros en una bolsa y un par de zapatos; ¿a qué persona no le gusta generar envidia en los demás?, ¿quién no se siente bien cuando, por lo que sea, está arriba de alguien?, te sientes poderoso e influyente; todos los hemos sentido alguna vez, aunque muchos no lo quieran reconocer.
Lamentablemente el mundo funciona de esa manera. Desde chicos nos educaron con mente ganadora y ambiciosa. Lo único que trato de decir con esto es que pensemos un poco las cosas y nos demos cuenta de cuánto daño nos estamos haciendo, de cuánto daño le hacemos a los que queremos y cuánto daño le causamos al planeta Tierra. Todos nos movemos con el dinero, sólo que ahora debemos tratar de darle menos importancia, por el bien de todos.

0 comentarios :