jueves, 12 de mayo de 2011

Mayra C. Méndez
     Vivimos rodeados de comodidades, pero ¡cómo duele dejar de tenerlas! Esto fue lo que experimentamos en la semana de Experiencia Rural en Lomas de las Flores.
     Llegué preocupada por lo que viviría durante ese tiempo. Al arribar, noté los bellos paisajes y al estar en el campo sentí la bondad de la gente; pensé que tal vez no sería tan malo hasta que me dieron ganas de ir a al baño: noté la falta de agua, papel y todo servicio básico, sentí angustia y desesperación, ya que al intentar bañarme, el agua estaba exageradamente fría, y lo peor (en ese momento) ¡nos tocó dormir en el frio suelo, sólo con un sleeping!
     Pero descubrí con el paso de los días que ¡volveré cuantas veces pueda!
     La amabilidad de la gente, lo bien que te trataban, el sentimiento de amistad con personas que ni conoces, que las personas te inviten cosas sin pedir nada a cambio, el conocer tantas cosas nuevas, nuevas comidas, nuevas actividades, nuevos sentimientos.
     El asombro de los bellos paisajes, la diversión de ver a los niños jugar, el sentimiento de comer una naranja deliciosa y acabada de cortar por ti. Saber que puedes crear cosas por ti sola.
     Un mar de lindas emociones, sentirte parte del lugar y acostumbrarte hasta al agua fría. Sentir que tienes una familia a la que querer y que te quiere, nada, ni los terribles mosquitos borrarán esta experiencia.

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