sábado, 14 de mayo de 2011

Rosa María Foncerrada Jacobo y Georgette Rebollo Villaseñor
     ¿En realidad vemos los regalos que nos da la vida a diario o pasamos caminando todos los días por la misma vereda sin darnos cuenta lo que hay a nuestro alrededor? En ocasiones nos levantamos de la cama y hacemos la rutina de todas las mañanas, siempre lo mismo, sin pararnos un instante a ver los regalos que la vida nos pone, desde un bello amanecer por la ventana hasta el canto de un pájaro, el poder estar con tus seres queridos, el recibir un abrazo, una sonrisa, entre otros.
     Ocasionalmente vamos caminando, día a día, alrededor de una sociedad en la que se nos olvida el valor espiritual e interno que cada uno de nosotros le podemos dar a diferentes actividades y acciones de nuestras vidas. La vida misma es un regalo en el cual los pequeños destellos que producen escalofríos dentro de nuestro cuerpo, son aquellos que realmente hacen que las actividades, que poco a poco se vuelven rutinarias, no dejen de ser increíblemente hermosas y tengan un valor mucho más profundo, usualmente postergado.
     En la vida tenemos dos caminos de los cuales escoger por cuál deseamos caminar, podemos observar y ver las cosas; existe una gran diferencia: ver es pasar por las cosas sin darnos cuenta de la importancia, belleza y hasta el más simple detalle que existe en ellas, porque al ver vivimos al ritmo que la sociedad quiere, siempre de forma agitada y conforme a reglas que la sociedad impone; en cambio, observar es detenernos por un momento a ver minuciosamente y disfrutar realmente el momento, reflexionando qué es lo que realmente nos hace feliz.
     En el camino de la vida también vamos a encontrar obstáculos que nos impidan observar, por eso, de nosotros depende verle el lado bueno o malo a las cosas, también de estas experiencias podemos obtener beneficios y crecer como personas; estás experiencias van marcando nuestra vida para madurar y volvernos personas más fuertes.
     Disfrutemos la vida, pues sólo la vamos a vivir una vez. De nosotros depende la actitud y los ojos con los que queramos verla; el tiempo pasa muy rápido y de nosotros depende aceptar los pequeños regalos que la vida nos da, o dejarlos pasar.

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