martes, 31 de enero de 2012


 Juan Andrés Hernández

     José Luis Muñoz era un ganadero, de los más grandes de Coahuila, contaba con un terreno muy grande como de unas 300 hectáreas donde tenía a todas sus vacas. Las vacas que tenía eran lecheras, las había de todos los colores y tamaños pero tenían algo en común, que el producto que daban era de muy buena calidad. Las tierras de Don José Luis tenían buena ubicación porque daban a la laguna y había mucho pasto para alimentar a las vacas. En la primavera de ese año estaba haciendo mucho calor y las vacas tenían que caminar más para buscar el pasto pero siempre se las arreglaban. En ese mes empezaron a hacer falta pequeños grupos de vacas. El patrón estaba furioso, cómo era posible que sus vacas desaparecieran, de seguro su más grande rival, Don Nicolás Goitia, las estaba robando para aprovechar la carne de las más grandes y las pequeñas, venderlas. Se acordó una junta entre los rivales y la gente de Don José Luis fue a inspeccionar bajo el permiso de Don Nicolás pero no pudo encontrar nada. También había sospechas de una camioneta de batea que pasaba todas las madrugadas por atrás pero sólo se trataba de unos fruteros que iban de paso sin carga y regresaban con la fruta. Sólo había una sospecha más, que los empleados las estuvieran robando, pero no era muy probable porque se habían ganado la confianza del patrón trabajando varios años con él, de cualquier manera, el patrón los estuvo checando, incluso pasó un día con los trabajadores pero igual desaparecieron vacas. Don José Luis decidió investigar por sí mismo qué pasaba y a la mañana siguiente, cuando las vacas salían a pastar, salió con ellas vestido de camuflaje para evitar ser visto. El día era caluroso y las distancias muy largas, las vacas comían un poco de pasto medio seco aquí y allá, el patrón estaba harto, pensaba que nunca acabarían. De pronto, un pequeño grupo de las vacas se empezó a desviar, iban para la laguna. Don José Luis trató de desviarlas pero no pudo y para su sorpresa, cuando se acercaron a la laguna encontró un terreno lleno de hierbas frescas para comer y los cadáveres de las vacas que faltaban, lo que había estado pasando era que las vacas iban a pastar ahí y cuando la marea subía, éstas quedaban atrapadas y se ahogaban.

    

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