viernes, 15 de febrero de 2013

Montserrat Flores Castelán

Ella era de esas musas que llegan y se van, de esas a las que sólo puedes admirar.
Ella llegaba. Danzaba. Cantaba. Reía y sonreía. Platicaba. Me inspiraba. Se marchaba.
¿Pueden creer que aún en la ausencia me inspiraba? ¿Qué clase de hechizo realizó en mí? Quizá fue su sonrisa o tal vez fueron sus palabras las que me hipnotizaron sin darme cuenta... Fuera lo que fuera, mis pensamientos pasaron a ser de ella.
Yo la adoraba pero un día, libre como el viento, ella se marchó. Se marchó para inspirar a otros, se marchó porque al ser musa ella ata y desata a placer.
Ella se había marchado pero yo la seguía sintiendo mía.
Ella era de esas musas...

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