viernes, 5 de octubre de 2012

         Aldo Osorio


      “Los dogmas del pasado silencioso son inadecuados para el presente tempestuoso. La ocasión es una montaña de dificultades y debemos crecer con las circunstancias. Como nuestro caso es nuevo, entonces, tenemos que pensar de nuevo y actuar de nuevo. Debemos desencantarnos nosotros mismos y así podremos salvar nuestro país.”      
      Abraham Lincoln
      Probablemente cuando iniciamos la Preparatoria nunca imaginamos el día de nuestra graduación. Y aquí estamos, tres años después celebrando el cierre de esta etapa. A decir verdad, he notado cómo gran parte de los que estamos presentes hemos deseado que este momento llegue lo más pronto posible, pero también está la otra parte que desearía postergarlo. En lo personal, me siento identificado con ambas situaciones y les diré por qué: en quinto semestre, al entrar al área de Humanidades y Ciencias Sociales, pude sentir  por primera vez la pasión de estar aprendiendo temas que me fascinaban, podía desvelarme sin que me importara y al mismo tiempo me preguntaba "¿por qué no le agregan otro año a la preparatoria?". Pero en sexto semestre fue cuando deseaba más que nada acabar el curso, no fue precisamente la preparatoria la causante de este deseo, sino el proceso de selección y de admisión a la universidad. Decidí aplicar para una de las universidades con más rigor en el proceso de selección en México, pero cada día que le dedicaba a la preparación de los exámenes, me daba cuenta que había algo que me impedía dar todo mi esfuerzo. En ese momento caí en razón que quizás ese no era mi camino.
      Me di cuenta que no estaba disfrutando el proceso. Descubrí qué difícil sería dedicar la mayor parte de mi tiempo durante cuatro años en el estudio de algo que no me apasiona. Precisamente vamos a la escuela para aprender y no a que nos enseñen, a desarrollar nuestras habilidades y el intelecto para afrontar un futuro que no podemos predecir.
      Hoy sé que el aprendizaje no se da exclusivamente en el salón de clases. El tiempo que hemos pasado en la Preparatoria nos ha brindado experiencias que estoy seguro también han sido significativas. Me refiero al Servicio Social en primer año, a la Experiencia Laboral en segundo y a la Experiencia Rural en tercero, de ellas aprendimos la valoración del entorno en el que vivimos, a escuchar al otro sin importar su situación y, sobre todo, a involucrarnos en la realidad.
      Seamos sinceros, la vida nos ofrece oportunidades para aprender, pero si no estamos dispuestos a hacerlo, probablemente nos estaremos perdiendo de una parte importante. Me queda claro que la voluntad no se aprende, se ejerce.  Los invito a que observen los rostros de quienes están a su lado y los memoricen, evoquen los recuerdos que les trae, porque probablemente dentro de unos años podrán ver en la futura gran ingeniera, el gran médico, el gran abogado, la gran diseñadora, el gran economista, a una persona que jugó un papel crucial en su proceso de crecimiento y  de maduración.
      Ahora que estamos decidiendo qué queremos hacer por el resto de nuestras vidas e iniciar una etapa, y con ella nuevas oportunidades, no olviden que debemos buscar aquello que nos mueve, aprender de las experiencias, tener la disposición, tener en cuenta que vivimos rodeados de diferentes realidades y nunca apagar esos anhelos de grandeza.
      Insisto, no tenemos idea de cómo será el mundo dentro de cinco o diez años. No debemos atemorizarnos ante esta perspectiva, al contrario, cuando nos enfrentemos a  los momentos de incertidumbre hay que recordar que la vida exige una unión constante de conocimientos, y para ello se necesita ser creativo. Al mismo tiempo, tengamos presente tres cuestiones: ¿de dónde venimos?, ¿en dónde estamos? y ¿hacia dónde queremos ir?
      Compañeros, les deseo el mejor de los éxitos en esta nueva etapa y disfrútenla, porque es lo que hemos decidido. Gracias.
     
     

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