viernes, 25 de enero de 2013

José Manuel Préstamo López

Parece que nos hemos olvidado de lo que se supone es lo más importante y el propósito de nuestras vidas, que es la felicidad. Al parecer, lo más importante es lo material dejando atrás nuestro fundamento en la vida. Vivimos en un mundo en el cual es más importante el interés propio que el desarrollo personal, donde tu apellido y tu dinero valen más que tus ideales y tus sueños, una sociedad donde las personas mueren de hambre, donde la sangre corre día con día y donde a las personas cada vez se nos hacen más comunes estos acontecimientos. Pero me pregunto dónde quedó ese sentimiento, ese valor que nos une como hermanos, que nos iguala y que nos hace semejantes unos de otros. Sí, hablo de la empatía. Hoy en día parece que nos hemos olvidado de su existencia, entre más pasa el tiempo, el ser humano deja de verse como persona y comenzamos a vernos como objetos, como material de explotación; el interés nos está rebasando y la codicia nos está transformando en animales que solo se preocupan por su sobrevivencia. Hay que preguntarse dónde quedo la alegría, el amor, la felicidad, los recuerdos, las memorias, las risas y las lágrimas, cosas tan importantes, cosas que demuestran que estamos vivos. Es tiempo de cambiar, es tiempo de trascender, de olvidar y de volver a nuestros orígenes, es momento de detener nuestras vidas y de pensar que nos hace felices, de recordar los abrazos de nuestro padres, las risas de nuestros hermanos, las estupideces que hacemos con nuestros amigos, esas palabras de amor que un día juramos y que hoy parecen muy distantes, aquella sonrisa que nuestra madre nos regalaba antes de dormir, y esa bendición que nos brindaba al despertar, esas lágrimas que derramamos por distintas razones, esos momentos que nos llenan como persona. Es tiempo de luchar, sé, de luchar por un nuevo porvenir de rescatar esta sociedad, que aunque muchos digan que está podrida, tendremos que demostrar lo contrario, hagamos de nuestros sueños, nuestros ideales y nuestra esperanza nuestras armas. Ya que sin estos no tendremos nada.

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