martes, 19 de febrero de 2013

Ivana Mirón Cruz

Ya era lunes, y todos estábamos ansiosos por ir al campo, era una experiencia nueva para nosotros y sabíamos que nos la íbamos a pasar muy bien, la mayoría estaba preocupado por los trabajos que les tocaría hacer pero a mis amigos y a mí lo único que nos preocupaba era la experiencia.
Llegando a la comunidad, desempacamos para emprender nuestras labores rurales, nosotros formamos nuestros equipos, todo estaba empezando muy bien.
El primer día terminó muy bien, pero una niña que jamás había visto en la escuela, se veía muy rara, estaba ausente, pensé que era porque estaba cansada y, al mismo, tiempo me di cuenta de que aún no conocía a todos mis compañeros;  ser de nuevo ingreso es más difícil de lo que pensé.
Al siguiente día vi a Verónica, la niña que estaba ausente, sentada en un rincón intentando mandar un mensaje desde su teléfono móvil, imaginé que era para su familia y lo dejé pasar.
Cuando todos estábamos camino a nuestra rutina de trabajo la vi caminar sola hacia un lugar distinto al cual debía ir, su casa estaba totalmente hacia la otra dirección, no encontré explicaciones a eso, y decidí seguirla con discreción, cuando ella llegó a su destino, vi que se encontró con un joven más o menos de nuestra edad, pensé que era su amigo, pero no lo saludó como tal, fue muy extraño porque nadie conoce y se enamora de alguien tan rápido, eso era lo que yo pensé.
Pasaban los días y ella continuaba encontrándose con ese tipo tan extraño, pensé en cómo preguntarle lo que estaba pasando pero sería algo de mucha indiscreción; mi curiosidad era muy grande, así que me animé y le pregunté. Ella lo negó al principio, pero le hice ver que podía confiar en mí, me hizo prometerle que no le iba a decir a nadie, la verdad no sé por qué me lo dijo, si sólo son novios, eso era lo que yo pensé.
Me afirmó que sí eran novios, pero ella no lo quería, lo que estaba planeando era una venganza, no supe qué pensar, ni de qué venganza se trataba, pero ella me fue explicando que su papá había muerto por culpa del padre de él y su venganza iba a ser equitativa; ella planeaba matar a su padre pero haciéndolo sufrir y viendo cómo mataba primero a su hijo. Definitivamente no supe qué hacer, ni qué pensar, debía decirle a por lo menos un profesor, pero cuando se lo conté a nuestro guía me dijo ingenua, dijo que esas cosas jamás pasan en la vida real.
El tiempo pasaba y la notaba cada vez más nerviosa, y antes de irnos a trabajar al campo me veía y me levantaba el dedo pulgar acompañado de una sonrisa, yo le devolvía una sonrisa bastante temerosa pero no sabía qué hacer.
El jueves por la noche, ella llegó conmigo y me dijo, “mañana será el día”, intenté hablar con ella y hacerla ver las cosas de una manera más concreta; pasamos casi toda noche hablando de eso pero no conseguí resultado alguno.
Ya era viernes y tenía la esperanza de hacerla entrar en razón, hablé con ella de nuevo y le dije que esa era como una familia adoptiva, me dijo que no, que su familia adoptiva era otra, simplemente el destino hizo que se topara con ese señor para cobrar venganza; ella se dio la media vuelta y pidió una pala con la excusa de que su familia no tenía y la necesitaban para limpiar el corral de los marranos.  Se fue, tardó menos de lo que yo esperaba, estaba bastante espantada porque tenía manchas de sangre en el pantalón, pensé que la descubrirían pero dijo que la marrana estaba preñada y había tenido a sus crías y quiso participar,  le creyeron ciegamente, nunca supe qué fue lo que hizo para que los del pueblo nunca se dieran cuenta. Se fue a bañar para tomar el camión de regreso a nuestras casas.
Desde ese día, la sonrisa de Verónica no es la misma, ahora es una sonrisa de satisfacción.

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