martes, 19 de febrero de 2013

Montserrat Flores Castelán

Actualmente la filosofía no es vista como una ciencia fundamental de la vida. El ritmo de hoy es totalmente acelerado, arriba, abajo, a un lado, al otro, siempre contra reloj, tratando de ser eficientes ante un mundo competitivo. Todo eso nos vuelve poco a poco insensibles ante las pequeñas cosas de la vida, cosas que muchas veces pueden marcar la diferencia entre la armónica convivencia y la continua monotonía que nos envuelve.
¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Para qué fuimos creados? Preguntas que han existido desde siglos remotos y que han tratado de ser resueltas por diferentes personas desde diversas perspectivas.
Por ejemplo, la visión naturalista de los antiguos griegos de los siglos VII y VI A.C. Tales, Anaximandro, Anaxímenes se basaban, en la existía un principio que ellos lo encontraban en los elementos de la naturaleza como el agua, el aire o el fuego. Estas declaraciones incitaban al cuidado de la naturaleza porque nos daba vida y sin ellos no éramos, no podíamos aspirar a ser algo.
Anaxímenes de Mileto fue el filósofo griego que argumenta que el principio debe ser infinito y él toma al aire, aire infinito. “Así como nuestra alma, siendo aire, nos mantiene cohesionados, así también el soplo y el aire sustentan todo el cosmos.” (Reale, 2010, p.53)
Pero, ¿por qué considerar el aire como principio de vida? ¿Qué es lo que lleva a Anaxímenes a tomar esta decisión? Nosotros respiramos aire, éste nos provee de vida, cuando morimos dejamos de respirar. El aire no tiene forma, ni límites como todo lo que vemos. Pero el aire tiene algo más, al momento de “condensarse se enfría y se convierte en agua y después en tierra,  y al lentificarse se calienta y se convierte en fuego” (Reale, 2020, p.23). Es decir, no sólo nos da vida a nosotros, es capaz de dar vida a los demás elementos que, al fin y al cabo, nos complementan y forman parte de nuestro entorno.
Pero en pleno siglo XXI hemos dejado de ver a la naturaleza como parte de nuestro entorno y ha pasado a ser solamente un proveedor de materias primas.
Las teorías de los antiguos griegos, desde el punto de vista, sobre la creación de la vida son obsoletas. Digo esto porque con tantos descubrimientos científicos y tecnológicos que se han ido desarrollando a lo largo de la existencia de la humanidad, podemos inferir diferentes teorías con respecto al “verdadero principio”. Sin embargo, una teoría no puede desplazar por completo a otra. Para llegar a las teorías que tenemos, los pensadores y científicos tuvieron que haber retomado las anteriores puesto que se van complementando hasta poder mejorarse.
Hoy sería muy poco probable que retomáramos esta teoría del aire como creadora de vida, pero creo que deberíamos retomar conceptos esenciales planteados miles de siglos atrás para establecer un equilibrio con la naturaleza que forma parte de nuestro entorno, de nuestro ambiente.
Replantear una conciencia donde la naturaleza merezca todo el respeto y cuidado, donde todos realmente colaboremos para crear soluciones o llevarlas a cabo.
Un pensamiento diferente nos podría salvar a todos.

Bibliografía
Reale, G. (2010) La historia de la filosofía I. España: Herder


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