martes, 19 de febrero de 2013

Valeria Corona

Tan grande como Goya, Posada fue creador de una riqueza
inagotable. Ninguno lo imitará, ninguno lo definirá.
Su obra es la obra de arte por excelencia.
Diego Rivera

“Posada trabajaba a la vista del público, detrás de la vidriera que daba a la calle, y yo me detenía encantado por algunos minutos, camino a la escuela, a contemplar al grabador, a la entrada y salida de clases; fue ahí donde al observar cómo eran iluminados a mano los grabados del maestro Posada, recibí las primeras clases de colorido”. El niño José Clemente Orozco tenía tan sólo 7 años de edad.
José Guadalupe Posada nació en Aguascalientes en el mes de febrero, el día 2, en 1852. Entre el azote del llamado “cólera grande”, que había provocado en los últimos 24 meses, cerca de 10 000 muertos. Realizó ilustraciones sobre las Efemérides guanajuatenses y Datos para formar la historia de la ciudad de Guanajuato y se unió a publicaciones como La Juventud Literaria y a La Patria Ilustrada. También Posada colaboró en otro periódico llamado La Época, en donde a conoce a importantes escritores del momento como Jesús Rábago y José Juan Tablada.
“Posada”, escribe Carlos Monsiváis, “convierte los crímenes más notorios en expresión artística y presenta los hechos de sangre como los cuentos de hadas de las mayorías.”  Posada simplemente señaló el acontecer cotidiano, lo retrató tal cual: violento y criminal. No inventó nada, solamente retrató la muerte. Vivió tan lleno de ella, presenció el violento mundo que de una forma u otra anunciaba la Revolución; donde la muerte se mostraría como la gran vencedora.
Retrató a la sociedad, los grandes sucesos históricos de la época, y lo más importante: a México en general, de una manera que muy pocos han podido, usando solamente imágenes. Grabados de finales del siglo XIX, a principios de uno tan complicado, como es el mismísimo siglo XX.
Posada no fue alguien que estuviera posicionado social o económicamente, sin embargo, se ganó a mucha gente como él: que muchas veces no sabían leer, que temía, en algunos casos, contradecir a los altos mandos políticos por ser reprimidos, inconformes con el gobierno, con parientes enfermos y sin cura, etc., él logró que la gente comprendiera de manera fácil y divertida qué pasaba, quiénes, cómo, cuándo y dónde sin necesidad de palabras.
Demostró, junto con otros, que cuando la clase alta tiene el poder y es prácticamente intocable, lo único que queda es la burla. Cualquier enano, bigotón y de amplia frente, era Madero, y así, muchos ejemplos; personajes que cada día cambiaban la historia, los antecedentes, del México que es ahora.
Viendo, oyendo, pensando y dibujando esto,  José Guadalupe Posada ilustró, entendiendo de dónde habían salido nuestras tradiciones y costumbres que  alimentan el alma, por así decirlo, de México y su gente.
Me gusta mucho este tema, porque al hacer la investigación, encontré muchos datos que no son tan mencionados así como conocer un poco más de la historia pero desde un punto de vista artístico.
Ahora comprendo mejor qué pasaba por la cabeza de la gente al leer estas publicaciones con dibujos; qué pensaban, qué sentían. Lo veo con más claridad, ahora cuando me encuentro a estos, los herederos de la caricatura política como los moneros, en La Jornada.

Referencias:
Sánchez González, A.  (2008). Posada. México: Editorial Planeta.
González,  A. R. (1981), Historia de Aguascalientes. México: Editorial Marino.
Orozco, J. C. (1945). Autobiografía. México: Ediciones ERA.
Del Río, E., Rius (1976). Posada el Novio de la Muerte. México: Grijalbo. Rodríguez, A. (1977). Posada: El artista que retrató una época. México: Editorial Domés.

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