viernes, 15 de febrero de 2013

Dilan Armando Ramos Carrillo

Ya eran las 5am, estaba a punto de amanecer y el tío Arturo seguía con 38 de calentura, las tías de marta habían ido ya a Domingo Arenas al centro de salud a buscar a alguien que pudiera curar a su tío, pero no habían regresado todavía. Marta, una niña de apenas 12 años, fue la encargada de quedarse a cuidarlo y estar cambiando constantemente los trapos con agua fría de la sudorosa frente de su tío, creían que esta enfermedad se había debido a la picadura de un zancudo. A Marta le gustaba muchísimo estudiar y solía ponerle mucho empeño a la escuela, pero ese día no había podido hacer su tarea ya que estaba ocupada cumpliendo su pequeña obligación familiar: Marta cruzaba largos ,muy largos caminos de tejocote para poder llegar a su escuela, pero la parte que a ella más le gustaba de recorrer del camino hacia su escuela era cuando pasaba al lado de la presidencia, un edificio de dos pisos el cual era muy grande para las pequeñas casas en las que su comunidad vivía, a ella le gustaba esta parte ya que ahí se podía reunir con sus amigas, niñas de la misma edad que también cursaban sexto año de primaria, su maestra Viviana no pertenecía al pueblo, ya que para enseñar se necesitan conocimientos más profundos que la media de Pancoac, la comida favorita de Marta  eran habas y nopales y esto era perfecto ya que su familia tenía varios sembradíos de frijol y nopal, su papá era el que solía salir a cosechar, de hecho creen que ahí fue donde cogió la enfermedad, pero ¿qué es eso que se ve a lo lejos? Parecieran ser las luces de un coche, cosa que era si ya era rara en Pancoac, lo era aún más rara sobre el camino de tierra vieja sobre el que estaba la casa de Marta, las luces se hacen cada vez más grandes y se comienza a distinguir una gran cruz roja en la parte divisible blanca por sobré las amarillentas luces y, tras una gran y densa nube de tierra, Marta se da cuenta que la espera ha terminado, aunque también ha llegado la hora de arreglárselas para cumplir sus obligaciones escolares sin haber pegado pestaña un solo minuto durante la larga y fría noche.

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