Aranza Minor Aguilar
Durante este segundo periodo de evaluación, los alumnos de sexto semestre estamos trabajando en la asignatura de Lenguaje y Literatura VI, sobre textos poéticos. En lo personal, siempre tuve muchas ansias de llegar a esta etapa del parcial, pues para mí no hay mejor cosa que la poesía; sobre todo la latinoamericana: Pablo Neruda, Octavio Paz, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y mi favorito, Jaime Sabines.
Alguna vez escuché de un filósofo que la literatura muchas veces no respeta reglas lingüísticas para crear las composiciones líricas y poéticas, pero, ¿qué tan cierto es? Pues por lo menos lo que vi en la última clase es que hay un sinfín de reglas y nomenclaturas para cada tipo de poesía, ya sea en prosa o en verso. Se divide por estrofas, y éstas, a su vez, en sílabas. Pero puede que la sílaba se convierta en sinalefa, o diéresis. Y no hay que olvidar la rima consonante o asonante. Por cierto, recordemos que hay versos de tipo menor, o sea, de ocho sílabas o menos, y las de arte mayor, de nueve en adelante. Bisílabos, trisílabos, tetrasílabos, pentasílabos, hexasílabos, heptasílabos, octosílabos, eneasílabos, decasílabos, endecasílabos, dodecasílabos, tridecasílabos… ¡ah, verdad!, no, no existen los tetradecasílabos, se llaman Alejandrinos.
Parece complicado, pero como cualquier arte, existe una técnica, y para dominarla se necesita disciplina, práctica y constancia. Y claro, talento. Qué mejor forma de plasmar los sentimientos más sinceros, sin escrúpulos ni excusas, para decirle al otro que lo amas, ¿o que lo odias? ¿Que lo deseas? O podrá ser un mero soliloquio que quiso ser grabado de la manera más estética posible.
Ahora solo quisiera compartirles uno de los pequeños versos que elaboré en clase para practicar:
El beso: el acto más lépero de los labios, donde la lengua necia insiste en jugar. La verdad éste no se limita como destino final en la boca, porque ya varios casos de cuellos incitados y embelesados, han sido registrados.
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