sábado, 16 de julio de 2011

Carolina González Barranco

     La bioética es un tema que se encuentra en boga a nivel nacional e internacional, la reflexión nace del anhelo del conocimiento sobre si existen límites o no ante experimentos realizados con individuos, poblaciones, animales, plantas o bien, incluso aquello que es inanimado.
     Antes de profundizar, es preciso esclarecer qué es la bioética y los orígenes de la misma.
     De acuerdo a la obra ¿Qué es la bioética?, publicada por la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (1998):
     El término Bioética fue utilizado por primera vez en 1971, por Van Rensseler Potter, oncólogo de la Universidad de Wisconsin, en su libro titulado “Bioethics. Bridge to the Future”. Aquí, el autor planteo la urgencia de sistematizar una ciencia que orientara el desarrollo científico y tecnológico que interviene en el origen y desarrollo de las diferentes formas de vida.
     Etimológicamente el término bioética tiene sus raíces griegas en bios – vida, y ethos – costumbre (en latín mos, moris): ciencia que estudia las costumbres en el ámbito de la vida
     Esto conduce a una seria reflexión que nace de diversas interrogantes: ¿Es posible que el hombre pueda alcanzar el equilibrio bioético individual, social, de su especie, económico, ecológico y político a través de su creatividad? ¿Las situaciones límite pueden modificar la esencia de la bioética? ¿Plantas y animales están al servicio del hombre a tal grado de degradar su naturaleza?
     El ser humano debe ser capaz de retornar a su humanidad y aquello que lo coloca en un nivel, no sólo de inteligencia, sino también de espiritualidad; como ser holístico debe procurar tomar decisiones que fortalezcan su humanidad. Individualmente puede y debiera ser capaz de cuidarse mental y físicamente para así gozar de una salud integral; socialmente puede y debiera tener la capacidad de ver a los otros no como seres ajenos, sino como reflejos del sí mismo que merecen el mismo respeto y consideración que la propia persona, por lo que automáticamente, ningún interés económico debiera prevalecer por encima del individuo. Respecto de su especie, se puede y se debe reconocer que no se pertenece a la única generación del mundo y este tiempo no es el único tiempo existente, ya que así como existe un pasado y se es producto de él, el tiempo futuro anuncia su existencia recogiendo aquello que hoy se le herede, así que, ser conscientes de las generaciones venideras se traduce en un acto de responsabilidad y fraternidad. El hombre puede y debe cuidar su entorno que finalmente es su hábitat, en la medida que se le destruye, se aniquilan las propias expectativas de vida. El respeto y cuidado a la naturaleza, al entorno y lo que en él se encuentra son formas de cuidado del mismo; preciso es generar leyes y políticas que favorezcan lo antes expuesto, que sancionen actitudes nocivas, pues, como puede leerse, existe una interconexión entre el cuidado del individuo, de su comunidad, de su especie y de su entorno.
     El hombre convive con otros seres, de los cuales se ha valido para obtener conocimiento, principalmente en el área médica. Sin embargo, no puede evitarse el planteamiento de hasta dónde puede y debe llegar esa utilización. La inteligencia del hombre también debe estar acompañada de su sensibilidad humana, la cual debiera ser la brújula para hacerle saber que no es humano permitir el sufrimiento de un animal o la degradación de la naturaleza, aun a costa de obtener conocimiento, pues si el conocimiento no tiene límites, la dignidad, la sensibilidad y la armonía, sí las poseen.
     ¿Podrá o no modificar su esencia ante situaciones límite? Dicho de otra forma, ¿el actuar moral del hombre frente a la vida podrá variar según el contexto? Se considera que cabe la existencia para dicha posibilidad, sin embargo, existen mínimos bioéticos que debieran prevalecer, independientemente de cualquier situación. El ser humano, como ente libre y constructor de su propia vida, debe tomar en cuenta cómo cada una de las acciones que toma impactan, no sólo en su vida, sino en la vida de los demás y del entorno, por lo que, conscientemente debe actuar con responsabilidad, es decir, poseer conocimientos precisos de cada situación para así poder evaluar, respondiendo a preguntas básicas: ¿esta decisión es la mejor?, ¿lo que decidiré en relación tal situación bioética realmente me humaniza?, ¿mi decisión es producto de mi desesperación o anhelo, por lo que no me importa estar dañando otros seres?, ¿quién o qué puede resultar dañado con lo que decida?, ¿es ésta una decisión digna y humana? Al parecer estar preguntas podrían ser ejes que conduzcan a establecer mínimos bioéticos.
       
REFERENCIAS   
Colección académica (1998) Cuadernos de bioética (Año 1, No. 1), Puebla: UPAEP.

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